"El cristianismo, sin la teologia de la liberación, será un fundamentalismo"
Dorothée Soelle, alemana, es una teóloga luterana fuertemente empeñada desde hace 40 años con el Tercer Mundo. Cuando hace 20 años pasó por Madrid, los periódicos ocultaron que era protestante. Eran otros tiempos. Tan diferentes, que hoy la autora de obras como Teología y política, Dios en la basura y El viaje de ida ha venido a hablar de "Jesús de Nazareth y de los marginados" ante los 2.000 congresistas presentes en el XIV Congreso de Teología promovido por la Asociación de Teólogos Católicos Juan XXIII que ayer se clausuró en Madrid.Pregunta. ¿Por qué la teología está pasada de moda?
Respuesta. Porque hay una nueva religión que es el consumismo, que destruye toda forma de espiritualidad. El nuevo dios es el mercado libre, y el prójimo es sólo un competidor.
P. Usted ha escrito Teología y política. ¿No son términos antitéticos?
R. Le respondo haciéndole otra pregunta: cuando Jesús, aún niño, tuvo que escapar a Egipto huyendo de la persecución de Herodes, o cuando, ya adulto, fue crucificado por los romanos, ¿se trató de acontecimientos políticos o religiosos? No veo cómo se puede separar la teología de la política.
P. ¿Se puede seguir hablando de Dios después de Auschwitz? ¿Es creíble la teología después de Sarajevo?
R. Es un ídolo pensar que Dios tiene las riendas que conducen a Auschwitz. En esos años yo creo que Dios era muy pequeño en Alemania. No tenía amigos ni enemigos. La fuerza del Dios cristiano no es la de un Zeus, ni la del rayo, sino la fuerza que late en cada ser humano.
P. Volando en su avión hacia Polonia, le pregunté al papa Wojtyla si en la celda de la muerte de Auschwitz un cristiano debía pedir justicia o misericordia, y me respondió que eso había que preguntárselo a un teólogo.
R. En el Dios de la Biblia se abrazan inseparablemente la justicia y la misericordia. Pero es un hecho histórico que los judíos que entraban a la cámara de gas cantando himnos religiosos no pedían el exterminio de los nazis.
P. Hay quien defiende hoy que Cristo no fue crucificado, sino apedreado. ¿Que piensa?
R. Que hoy probablemente lo hubieran hecho desaparecer. [Y la teóloga se ríe divertida].
P. ¿Por qué la religión suele ser tan reacia a la felicidad de los hombres?
R. Porque ha sido prevalentemente masculina, mientras que la feminidad lleva siempre las huellas de la felicidad. Los símbolos e imágenes usados por las mujeres en la historia suelen ser eróticos, de goce incluso carnal. La teología ha estado en buena parte regida por los mecanismos masculinos de la dominación que inspira miedo y sumisión y, por tanto, infelicidad. Es lo mismo que ocurre hoy con el consumismo, que si no usas el jabón adecuado no te sientes persona.
P. ¿Cree entonces que la teología hubiese sido distinta si la hubieran pensado las mujeres?
R. Sin duda. Si durante siglos estuvieron aplastados los sentimientos de las mujeres, no podía nacer otro tipo de teología que la dominante hoy. El patriarcado ha sido una especie de autoatontamiento de los hombres.
P. ¿Cómo cree que ha afectado a la teología de la liberación la caída del comunismo?
R. ¡Pregunta horrible y dolorosa! No cabe duda de que ha surgido una nueva totalidad. Hoy existe sólo un mundo: la coca-cola por encima de todo. Es, de hecho, la victoria contra el comunismo. Pero esa victoria está dejando el campo sembrado de víctimas: los más pobres, que en Alemania son ya un tercio de la población. Antes el capitalismo necesitaba, frente al enemigo, mostrar un rostro más benigno. Hoy es libre de actuar como le dé la gana. Sigo creyendo, sin embargo, que sin la teología de la liberación el cristianismo desparecerá o se convirtirá en un fundamentalismo más.
P.¿Es usted feliz?
R. Creo que sí.
P. ¿Cómo le explicaría a un niño lo que es la felicidad?
R. No se la explicaría. Le tiraría un balón para que jugara.
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