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III CONFERENCIA SOBRE POBLACION Y DESARROLLO

Los líderes políticos buscan un consenso sobre planificación familiar en la Cumbre de El Cairo

Butros-Gali advierte sobre el riesgo de un texto tan débil que carezca de contenidos

Tres mujeres centraron ayer la apertura de la controvertida Conferencia de la ONU sobre Población y Desarrollo, que se celebra en El Cairo: La primera ministra noruega, Gro Harlem Brutland; la secretaria general de la conferencia, Nafis Sadik; y la primera ministra de Pakistán, Benazir Bhutto. Mostraban formas distintas de entender el mundo; pero, por encima de todo, simbolizaron el deseo de la mayoría de los 5.000 delegados de más de 150 países: llegar a un consenso -especialmente en el aborto, diana de todas las polémicas- para evitar que la conferencia fracase. El secretario general de la ONU, Butros Butros-Gali, advirtió que había que Regar a acuerdos, pero sin que el fruto sea un texto tan débil que carezca de contenidos.

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En esa búsqueda de consenso Butros-Gali quiso subrayar que: "La tolerancia debe estar presente de la forma más fuerte posible; pero no debería conducir a medidas a medias, soluciones vagas o, lo que sería aún peor, a adormecemos en la autocomplacencia".Nafis Sadik estuvo a la altura de quienes la consideran la bestia negra de las tesis del Vaticano, que quiere que el documento final condene explícitamente el aborto o, por lo menos, no lo mencione en absoluto. Esta ginecóloga paquistaní recalcó: "La controversia sobre uno o dos aspectos del documento del Programa de Acción amenaza con oscurecer su principal obJetivo". Nada más inaugurar la conferencia aludió a las acusaciones que el Vaticano y los grupos integristas musulmanes siguen lanzando contra el texto que la reunión, tras tres años de consultas, debe acabar de discutir para que su aprobación definitiva no se aplace más allá del próximo día 13. Para Sadik, no hay mayor moralidad que la propuesta que este documento hace de políticas sanitarias preventivas para evitar la muerte, cada año, de "500.000 mujeres de todo el mundo por complicaciones relacionadas con la gestación". Para esta mujer, el aborto no es la solución de los males provocados por la bomba demográfica sino una "seria amenaza para las vidas y salud de las mujeres" que cada año provoca entre 70.000 y 200¡000 muertes. "Esto es lo que es realmente inaceptable" remachó Sadik al subrayar que, para evitarlo, la ONU debe ahondar en la vía preventivade la difusión de los anticonceptivos que "eviten embarazos indeseados".

Sus palabras intentaban despejar las dudas sobre el espíritu del párrafo 7.22 del Programa de Acción, enmarcado por los paréntesis que en el texto distinguen a los puntos pendientes de discusión, y que se encuentra en el capítulo dedicado a la planificación familiar. El polémico texto señala: "De acuerdo con las políticas de muchas naciones, como se reconoció en el consenso de la Conferencia Internacional de Población de 1984, los Gobiernos deberían tomar medidas oportunas para ayudar a las mujeres a evitar el aborto que, en ningún caso, debería ser estimulado como método de planificación de la familia, y siempre que fuera posible, proporcionar un trato humano y orientación a las mujeres que han recurrido al aborto".

La incendiaria y apasionada intervención de la primera ministra noruega; Gro Harlem Brutland, fue la que levantó más ampollas. "Nunca se vio tanta tergiversación para dar por sentado lo que jamás se ha pretendido", tronó Gro Burtland, al referirse a las acusaciones del Vaticano que sigue denunciando supuestos planes de la ONU para legalizar internacionalmente el aborto como método anticonceptivo. La noruega se declaró a favor de la legalización del aborto. "Me niego a que el estancamiento causado por la polémica del aborto no pueda dar resultados serios en esta conferencia", dijo, al aludir a que el verdadero blanco de las tergiversaciones está en el bloqueo de las políticas a favor de los métodos anticonceptivos que vaticanistas y extremistas musulmanes creen que alentarán a la perversión.

Hipocresías

La primera ministra noruega mostró su disgusto por una moral "que hace mucho por salvar la vida de los niños pero no de las mujeres". Y dio su latigazo final: "La moralidad se convierte en hipocresía si se acepta que las mujeres mueran por embarazos no deseados, abortos ilegales y niños no queridos que viven en la miseria. Ninguno de nosotros, sea de la religión que sea, puede ignorar que hay abortos y que allí donde están penalizados o restringidos ponen en riesgo la vida de las mujeres. Descriminalizar el aborto debería ser la respuesta mínima a esta realidad".

El presidente egipcio, Hosni Mubarak, apeló a desterrar cualquier fanatismo y el vicepresidente de EE UU, Al Gore, adoptó un tono plenamente conciliador: "Creemos que ofrecer el mayor de los niveles y facilidades para la planificación familiar reducirá la tasa de abortos, en el mundo", dijo. Recordó que en su país el aborto está despenalizado, pero subrayó que ello no supone, "como muchos han denunciado injustamente", un motivo para que Estados Unidos defienda su legalización a nivel internacional. "Tratar de un nuevo derecho internacional sobre el aborto no es el objetivo de la Conferencia puesto que este asunto debe ser exclusivamente una cuestión a dirimir por cada uno de los Gobiernos", dijo.

Ello no evitó a Gore que los portavoces del Vaticano continuasen acusándole claramente de hipocresía.

La dulzura de Bhutto y la dureza del Vaticano

A. C. "He venido a este foro como lo que soy, una mujer, una madre, una esposa, la dirigente elegida democráticamente por un gran país musulmán que ocupa el noveno puesto en la lista de los más poblados del mundo". Esta fue la tarjeta de presentación de la primera ministra de Pakistán, Benazir Bhutto, ante los miles de asistentes que ayer participaron en la inauguración de la Conferencia de Población. Ella era la más esperada de los ponentes. Lo demostró el fragor de los aplausos que acompañaron sus pasos hacia el escenario, desafiando la oposición de los integristas islámicos que no querían su presencia en El Cairo.

Benazir, al igual que había hecho poco antes el presidente egipcio, Hosni Mubarak, se mostró partidaria de lograr la estabilización del crecimiento de la población como medida para un mundo mejor. Pero, al mismo tiempo, recalcó la necesidad de "lograr el consenso" con la religión. Al recalcar la necesidad de guardar respeto al Islam, Bhutto aclaró que se refería al "Islam que no impone exigencias injustas, el que pide que seáis felices, el que no está reñido con la planificación y que considera que hombres y mujeres somos iguales ante los ojos de Dios". Pero, en esta alternancia de cal y arena, dejó muy claro que no compartía el entusiasmo de la primera ministra noruega sobre el aborto. Con dulzura, pero sin ápice de titubeo, se adhirió a la frase del Corán que dice: "No matéis a los hijos porque no podáis mantenerlos, nosotros nos encargaremos de ellos". Su audiencia no le guardó rencor y, al final, cayó otra lluvia de aplausos.

El otro poder religioso presente en la conferencia, el Vaticano, se mostró totalmente desconfiado respecto al discurso de Al Gore -"EE UU no quiere convertir el aborto en una ley universal"- y la oferta de la UE de llegar a un consenso desplazando cualquier referencia sobre la interrupción del embarazo desde el capítulo de planificación familiar al de salud reproductiva -la intención europea de consenso fue expresada ayer oficialmente por el ministro alemán de Interior, Manfred Kanther- Joaquín Navarro-Valls, portavoz del Vaticano, indicó, en Roma, informa Europa Press, que desean un diálogo constructivo, pero aclaró: "El problema no es pasar esas palabras sobre el aborto de un capítulo a otro, estamos ante una cuestión de principios".

Por la tarde, la ministra española de Asuntos, Sociales, Cristina Alberdi, se centró en la importancia de mejorar la educación de las mujeres: "Es una de las fórmulas más eficaces para el desarrollo sostenible".

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