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III CONFERENCIA SOBRE POBLACION Y DESARROLLO

La reunión de El Cairo ha movido a Juan Pablo II a lanzar su mayor cruzada

Es la cruzada de Juan Pablo II. Dieciséis años de un pontificado que lanza ahora su más polémica ofensiva internacional. Y lo hace contra el texto base de la Conferencia sobre Población y Desarrollo de las Naciones Unidas, que pretende sentar las bases para el control del crecimiento demográfico.Como jefe del Estado Vaticano tendrá voz, pero no voto, en la conferencia que mañana comienza en El Cairo. Y su voz, que condena el uso de medios artificiales para el control de la natalidad y ve en el documento base una legitimación de la práctica del aborto como medio de planificación familiar encuentra apoyos en el fundamentalismo islámico.

La cruzada de Juan Pablo II ha emergido este año, en prima vera, con cartas enviadas tanto a todos los jefes de Estado del mundo y al secretariado de las Naciones Unidas. Pero comenzó antes.Ya en la conferencia general del Episcopado Latinoamericano, celebrada en octubre de 1992 en Santo Domingo (República Dominicana), proclamó: "Es falaz e inaceptable la solución que propugna la reducción del crecimiento demográfico sin importarle la moralidad de los medios empleados para con seguirlo. No se trata de reducir a toda costa el número de invitados al banquete de la vida; lo que hace falta es aumentar los medios y distribuir con mayor justicia la riqueza para que todos puedan participar equitativamente de los bienes de la creación".

Fue en el discurso inaugural de la Conferencia, que los prelados reflejaron luego en el documento final. Y lo hicieron convenientemente asesorados por el cardenal Alfonso López Trujillo, prefecto de la Congregación Pontificia para la Familia, que junto al cuerpo diplomático de la Santa Sede, es el auténtico motor entre bastidores de la cruzada pontificia.

"Nos desafía la cultura de la muerte", concluyeron los prelados de América Latina y El Caribe respecto a las campañas de control y planificación familiar, que calificaron de "antivida". Y añadieron: "Se atemoriza a las personas con un verdadero 'terrorismo demográfico', que exagera el peligro que puede representar el crecimiento de la población frente a la calidad de vida".Un discurso levantado sobre unos cimientos fijos: la doctrina tradicional de la Iglesia Católica con respecto a la moral sexual, el matrimonio o la familia. El mismo que ha mantenido en las conferencias de población precedentes (Budapest, en 1974, y México, en 1984) y que llevó hace dos años al Papa a condenar el uso de preservativos en un viaje a la castigada Ruanda (donde las mujeres tienen una media de 8,5 hijos), ahora azotada por los conflictos tribales y entonces ya víctima del sida.Y en su cruzada no ha escatimado esfuerzos. Sus diplomáticos han visitado, por ejemplo, Libia o Irán, república islámica esta última que acudirá a El Cairo para defender los principios más radicales del Corán, con una ética moral muy similar al catolicismo oficial: matrimonio indisoluble y destinado a la procreación, por ejemplo.

Existen no obstante, diferencias respecto a la moral católica, como la poligamia, que el islam moderno empieza a abolir -caso de Túnez, quizás el país en este aspecto más occidentalizado-, o el repudio: el marido puede prescindir de su esposa si no le satisface.

El islam no es homogéneo, como tampoco lo es el mundo bajo la órbita del catolicismo: en Italia o España, por ejemplo, sus gobiernos han despenalizado el aborto y el uso de métodos anticonceptivos es generalizado entre los fieles. Es la moral privada frente a la jerarquía católica.

Las diferencias también son apreciables en el islam. Así, frente a las condenas de Arabia Saudí, Sudán, o Líbano, que no acudirán a-la conferencia de El Cairo y condenan "el imperialismo demográfico", figuran Túnez, Marruecos o Argelia, donde progresivamente se han ido implantando políticas de planificación familiar. Y ello, en base a la lectura del Corán, que permite que las mujeres espacien sus embarazos para descansar.

Sobre esta afirmación, las autoridades religiosas de esos países han emitido fatwa (recomendaciones jurídico-religiosas), autorizando e incluso recomendando los métodos anticonceptivos.

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