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ECOLOGÍA

Intelectuales y trabajadores se unen para apoyar al tren

El tren provoca menos accidentes, menor contaminación y no sufre atascos. Con esta irresistible tríada se lanza a las conciencias viajeras y a los despachos de la Administración la Plataforma para la Defensa del Ferrocarril. Manuel Vicent, Miguel Delibes, Javier Marías, Julio Llamazares, Rosa Montero, Almudena Grandes, Ramoncín, José Luis López Aranguren y Julio Anguita son sólo algunos de los nombres que figuran en la larga lista de conocidos apellidos y organizaciones ecologistas, sindicales, asociaciones de vecinos y usuarios que integran esta agrupación para la defensa a ultranza del tren. Pero del tren convencional, del ferrocarril, nada de altas velocidades."Autopistas, autovías y vías del AVE constituyen barreras infranqueables para la pervivencia de comunidades animales que requieren de determinados espacios vitales para su alimentación y reproducción", dicen los integrantes de la plataforma.

Según sus datos, el consumo de combustibles fósiles (los que emplean los automóviles) emite. anualmente 95 millones de toneladas de sustancias contaminantes en España. Por si esto fuera poco, la plataforma revela que las emisiones de dióxido de carbono, causantes del efecto invernadero, están provocadas en el 96% por los coches.

Además de la vertiente ecológica, la agrupación tiene tintes solidarios con aquellas localidades de la geografía española marginadas por el trazado de la red ferroviaria y los desequilibrios regionales que esto conlleva.

También arremeten contra la reducción de la plantilla, la reforma laboral que precariza los empleos en Renfe y la privatización de las líneas rentables de transporte público en detrimento de otras conexiones menos rentables, aunque sí necesarias para poblaciones que, de otro modo, quedarían prácticamente incomunicadas.

Bajo el lema Que no te hagan perder el tren, la plataforma esgrime que el 4% del territorio nacional está ocupado por infraestructuras de transportes, y que cada tren de cercanías introduce en la ciudad entre 20.000 y 25.000 viajeros por hora, cinco veces más que una autovía de cuatro carriles. Sin contar con los siniestros: si las carreteras se cobraron 9.000 muertos y 127.000 heridos en 1992, el transporte ferroviario costó 67 vidas y 85 heridos.

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