Muere un niño español de 9 años en un ataque integrista en Egipto
La familia Usán-San Ambrosio no le tenía miedo al integrismo islámico. Había oído hablar de que algunos viajeros habían caído abatidos por las balas de los terroristas que han ahuyentado al turismo del país del Nilo, pero jamás pensaron que ellos iban a entrar en esa siniestra lotería egipcia. Pablo Usán, un pequeño valenciano de nueve años, no podrá contarlo. Su progenitor, Leopoldo Usán, de 46 años, tiene una bala alojada en el abdomen.
El padre del pequeño asesinado, de 46 años, esperaba anoche en el hospital Maadi, de las Fuerzas Armadas egipcias, en El Cairo, la decisión de los médicos. Padecía del corazón y la intervención quirúrgica entrañaba riesgos añadidos. La madre de Pablo, Inmaculada San Ambrosio, de 44 años, con una herida de bala en el pie, estaba fuera de peligro, al igual que Julio Ponce, de 40 años, otro miembro del grupo de 11 turistas españoles que ayer se aventuraron en el Alto Nilo sin escolta y cayeron en una emboscada de los integristas islámicos que han declarado la guerra a muerte al régimen de Hosni Mubarak.Eran las 10.40 de la mañana en Nagua Hamady, en la ruta de Luxor a Sohag, a casi 600 kilómetros al sur de la capital egipcia. El grupo de turistas españoles se disponía a iniciar su jornada en dirección a los restos de las dinastías faraónicas que han hecho de Egipto un imán para turistas de todo el mundo durante generaciones. Desafiando las advertencias de las autoridades egipcias, el microbús en que viajaban no contaba con la preceptiva escolta policial, como recuerda apesadumbrado el cónsul español en Egipto, Ignacio Sánchez. Cuatro o cinco hombres armados con metralletas y rifles automáticos interceptaron la marcha del vehículo y abrieron fuego indiscriminado contra sus ocupantes.
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Los turistas españoles viajaban por una zona peligrosa del sur de Egipto cuando fueron atacados a tiros
Viene de la primera páginaPablo Usán, de nueve años, perdió la vida. Sus progenitores corrieron mejor suerte: su padre recibió un balazo en el abdomen y su madre en el pie. También resultaron alcanzados por las balas que barrieron el microbús Julio Ponce y la guía del grupo, Imán Nuredín.
La sangre fría del conductor, que aceleró al apercibirse del ataque, impidió una matanza mayor entre los turistas españoles, que viajaban sin escolta por una zona peligrosa.
Los heridos fueron trasladados ayer en helicóptero hasta el Hospital Maadi, una mole emplazada frente al Nilo, en el centro de El Cairo. Hoy se espera que llegue el cadáver del niño, como etapa previa, antes de ser repatriado a España.
El Ministerio del Interior egipcio hizo público ayer un comunicado en el que deploraba el atentado, que supone un nuevo mazazo para la deteriorada industria turística del país más poblado del Islám. Con la muerte de Pablo Usán, el más joven turista muerto en la campaña de terror desatada en marzo de 1992 por los radicales islámicos, se eleva a nueve el número de extranjeros asesinados.
Sólo en 1993 Egipto perdió más de 140.000 millones de pesetas en ingresos turísticos, y en ese año la llegada de viajeros del exterior descendió en más de un 40%. El ataque de ayer es el primero contra visitantes extranjeros que desencadenan los integristas desde el pasado 4 de marzo, cuando una turista alemana de 54 años resultó muerta al ser alcanzada por armas automáticas cuando surcaba el Nilo en un crucero. Tanto la Gamaá Islamiya (Agrupación Islámica) como la Yihad (Guerra Santa), que reivindicó el asesinato del presidente Anuar el Sadat en octubre de 1981, han decidido castigar al régimen pro occidentalista de Mubarak donde más le duele: en la industria turística. Y todo para tratar de convertir el país en una república islámica. La feroz represión desencadenada por el régimen, que ya ha enviado a la horca a 15 integristas, no les ha hecho desistir de sus actividades criminales.
A pesar del terrible mazazo, nuevos grupos de turistas españoles desembarcaron ayer en la terminal internacional del aeropuerto de El Cairo. El avión de las Líneas Aéreas Egipcias procedente de Barcelona iba casi en su totalidad ocupado por turistas procedentes de la península.
Como Ana Jornet, de 41 años, bibliotecaria del Instituto Británico de Barcelona, que decidió en el último minuto dejarse aconsejar por su tía y no por el miedo. Su tía es traumatóloga y en estos momentos trata a una paciente que se debate entre la vida y la muerte por un mal tiesto que le cayó en la cabeza. Antonia Rubinat, de 19 años, su hermana Silvia, de 22, y Carmen Pollina, de 23,las tres del pueblo leridano de Cervera, tampoco le temen al integrismo islámico. "Nosotros tenemos a ETA y ellos tienen a los terroristas musulmanes. No tenemos miedo".
A las 10 de la mañana de ayer, los terroristas emboscados en los campos de caña de azúcar colindantes con la carretera que une Dandera y Abydos, dos de las múltiples zonas monumentales que ofrece el Alto Egipto a sus visitantes, a la altura de la población de Nag Hamadi, vieron cómo se acercaba un pequeño autobús con turistas.
Como siempre, todo sucedió con rapidez. Tanta, que ni siquiera los que padecieron el atentado pudieron ver más que a un hombre que se abalanzaba contra el autobús disparando un fusil ametrallador.
El gobernador de Qena, Yehia el Bahnasawi, puso a disposición de los heridos un helicóptero para su traslado a El Cairo, que iban a utilizar los padres de Pablo y su hermana. El otro turista español herido, Julio Ponce, fue también evacuado.
El helicóptero que transportaba a los heridos llegó, a las 22.15 de la noche,. hora local (21.15 hora española), al hospital militar de Maadi, al norte de la capital egipcia. El aparato había tenido qué aterrizar varias veces en el trayecto de 600 kilómetros desde Qena, unas para repostar y otras ante el empeoramiento de Leopoldo Usán.
El Ministerio del Interior egipcio informó ayer que militantes integristas habían atacado un cuartel de policía en la provincia de Qena, la misma en que se produjo el ataque a los turistas españoles, matando a un policía e hiriendo a otro.
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