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CENICIENTOS

Con la autenticidad por bandera

El bello pueblo de Cenicientos hizo honor, una vez más, a su enclave en el valle del Tiétar (valle del terror, para los taurinillos) con una clara apuesta por la autenticidad de la fiesta, cualidad de la que anda tan ayuna. Algunos festejos de esta España rural y recia, como el vino que produce, son el banderín de enganche, la excepción de la escasa geografía del toro, perdida entre tanto desmoche y tropelías.Y si por algún extraño despiste les cuelan cualquier asta sospechosa de visita barberil, el alcalde, Jesús Ampuero, ordena análisis de los pitones de todos los toros lidiados. Un ejemplo de usía que ejerce.

También las ruidosas peñas de Cenicientos saben un rato. Cuando aparecieron los dos morlacos con defensas romas, protestaron con el original grito de "el toro está segao". Salvo estas excepciones, que no lo eran en el irreprochable trapío de la corrida, el resto fue un saborear con fruición la verdadera fiesta.

Navalón / Valderrama, Higares, Pirri

Cinco toros de Alfonso Navalón, bien presentados (2º y 3º sospechosos de pitones), flojos, nobles. 4º de Rodríguez de Arce, con trapío, manso. Domingo Valderrama: estocada desprendida (vuelta); pjnchazo, bajonazo y descabello (vuelta). Oscar Higares: estocada trasera desprendida (oreja)pinchazo, estocada contraria, cuatro descabellos -aviso- y descabello (silencio). Pirri, que tomó la alternativa: estocada tendida, pinchazo y estocada (oreja); pinchazo y estocada tendida (ovación).Plaza de Cenicientos, 14 de agosto. 1ª corrida de feria. Casi lleno.

Pirri fundamentó su toreo al toro de la alternativa en la mano izquierda, y ribeteó de sentimiento estos pases así como los redondos, los de pecho y los ayudados. Al paradote sexto le robó también algunas tandas al natural. Meritoria igualmente fue la tarde de Óscar Higares, que superó la casta del tercero a base de ligazón y temple, y por ese camino iba con el quinto cuando el galafate se rajó impidiendo la continuidad de la buena faena. Domingo Valderrama se la jugó frente al veleto cuarto, peligrosísimo, y pudo fácilmente, sin alardes, al zambombo que le correspondió en primer lugar.

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