El Festival del Cante de las Minas se convierte en una fiesta popular
La variada oferta, clave del éxito
La asistencia de un público mayoritariamente juvenil y el triunfo de los artistas más viejos como de los más jóvenes que han actuado en La Unión, están convirtiendo el Festival de las Minas en una verdadera fiesta popular. Después de la tercera jornada de la presente edición, el balance es muy positivo en resultados artísticos y en la afluencia de espectadores a los distintos recitales. La clave del éxito se encuentra seguramente en la variedad de los mismos y en la personalidad de las figuras programadas.
Otro cantar será la fase que dio origen a esta cita anual de La Unión, su certamen competitivo que comienza hoy jueves con las actuaciones de los diferentes concursantes seleccionados en las tres facetas del flamenco: cante, guitarra y, por primera vez este año, baile. Pero antes de que eso suceda esta noche nos quedamos con algunos de los acontecimientos artísticos que hicieron disparar los controles de temperatura ambiental, que este año vienen siendo muy elevados.Es de destacar la figura noble de Antonio Fernández acompañando con su toque el cante de su hija Encarnación que domina como pocas los estilos de estas tierra mineras, o dando el relevo de su profesión a su hijo Rosendo y a su nieto Antoñito.
La inclusión en el cartel de este año de la sesión reserva a Los jóvenes flamencos, ha sido un gesto decisivo para el agiornamento del festival. Ello ha permitido que el bailaor jerezano haya brindado una de las noches más brillantes de su carrera; Joaquín Grilo apareció y de entrada, sin haber movido un dedo todavía, hizo que una parte del público se le rindiera.
El resto no tardó en hacerlo en mas a. Dos bailes le bastaron para cumplir el sueño de todo artista cada vez que pisa un escenario: soleares y alegrías. Las primeras espléndidas, llenas de empaque y de fuerza, aunque también de madurez a la hora de saber dramatizar sobriamente los muchos recursos físicos y técnicos que posee para crear belleza y transmitir emoción; las segundas tendrán que pasar por fuerza a la antología de ese baile.
La inteligencia que Joaquín Grilo viene demostrando en los últimos meses nos ofrece un ejemplo más con el grupo que trajo "arropándolo", las armoniosas voces de los todavía jóvenes Guadiana, Ángel Gabarre y Juañares y los indudablemente jovencísimos guitarristas Lorenzo Virseda, Juan Carlos de Diego y Bolilla de Jerez. Entre todos ellos consiguieron que el pequeño milagro soñado por todos los artistas de volverse una misma cosa con el auditorio se hiciera realidad.
Uno que no lo logré en esta sesión del martes, fue el polémico Potito. Un adolescente de 18 años en el que muchos quisieron ver al heredero del desaparecido Camarón o la reencarnación del Niño Caracol. Sin embargo, Antonio Vargas, este es el nombre con el que figura en el registro civil de Sevilla, ha estado digno en La Unión, dignísimo, mejor dicho, teniendo en cuenta su edad. Es cierto que no tiene aquella voz alucinante que le escuchábamos cuando era niño; el paso de la pubertad se la ha dejado grave y sin mucho eco, pero Potito demostró que sabe modular sus cuerdas vocales y sabe poner corazón, y lo más importante, está desprendiéndose visiblemente de la muda canwroniana que lo identificó desde sus precocísimos inicios. profesionales. El joven cantaor, sevillano no pasará esta vez a los anales del festival, aunque es posible que otro año lo haga, porque en realidad está empezando y tiene mucho camino por delante.
Paco Serrano y Quique Paredes, también dejaron una estela desigual. El toque del primero es limpio pero excesivamente melódico, y en la composición aún le queda mucho trabajo por hacer. En cambio, el segundo, Quique Paredes, acompañando el cante de Potito, dejó clarísimo su sentido justo del compás y que conoce perfectamente la técnica de su función, la cual es tan importante como la de un guitarrista para concierto.
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