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Mallorca y sus turistas podrán beber agua sin sal, transportada en buques. desde el río Ebro

El agua del río Ebro ya puede llegar hasta la isla de Mallorca, cuyos habitantes y turistas, más de 600.000 personas, debían usar hasta ahora agua de pozos altamente salinizados, debido a la sequía y las extracciones abusivas. El Consejo de Ministros autorizó ayer el transporte de 10 hectómetros cúbicos (10 millones de litros) desde Tarragona a Palma de Mallorca, como medida de emergencia y por un periodo de cuatro años. "Es una alternativa temporal, necesaria mientras se concluyen las grandes plantas desaladoras de agua de mar y un trasvase interior", indicó ayer el consejero de Obras Públicas, Tomeu Reus.

Colectivos de las comarcas del sur de Tarragona -las que atraviesa el Ebro- se oponen al trasvase por mar de los excedentes del río. El secretario general de Esquerra Republicana de Catalunya, Angel Colom, anuncié ayer que su partido apoyará las movilizaciones. Según Colom, la decisión "no se ha pactado con el territorio, las instituciones y la sociedad". El Partido Aragonés se unió ayer a estas protestas y calificó el trasvase de "insulto" a los aragoneses.La llamada operación barco puede iniciarse a primeros de octubre. Un gran buque cisterna anclado en el puerto de Palma actuará como depósito regulador. Cada día, durante todo el año, otros barcos llevarán para consumo de los isleños el agua sobrante del denominado ministravase del Ebro. Los consumidores de Palma de Mallorca y Calviá pagarán cada mes por el suministro de agua potable el doble de lo que abonan actualmente -unas 500 pesetas- para sufragar el transporte. Mallorca ha agotado sus recursos hídricos naturales y el mar ha penetrado en sus acuíferos.

La falta de lluvia y el crecimiento desbordado de la oferta turística e inmobiliaria son dos de las causas apuntadas invariablemente como causantes del déficit hídrico. En el futuro parece inevitable depender de las potabilizadoras de agua de mar. "No podemos caer en un régimen de dependencia exterior en un elemento tan necesario. El trasvase será provisional", agrega Reus.

El agua de Mallorca que sale de los grifos en la actualidad es casi imposible. de beber. Las redes de abastecimiento de la conurbanización de Palma de Mallorca se nutren de pozos de agua salobre y de acuíferos invadidos por el agua marina. Dos reducidos embalses en la montaña actúan como reserva de emergencia, pero con caudales útiles para pocas semanas.

Cada año en la bahía palmesana, donde se concentra el 70% de la población y del negocio turístico, se consumen 45 hectómetros de agua. El agua potabilizada del Ebro será mezclada con otras de calidad inferior. Esta operación -pendiente de la firma- de un acuerdo marco con la Generalitat para el pago del cánon- costará más de 1.500 millones.

"Ahora, por cada 1.000 pesetas que se pagan por el abastecimiento de agua doméstica, cada familia gasta de media 800 pesetas más en agua envasada", manifiesta el economista Antoni Aguiló Lluna. "Ducharse supone un gasto medio de tres pesetas cuando un cigarrillo negro vale cuatro. El agua es demasiado barata, un lujo", lamenta Aguiló, partidario del autoabastecimiento y crítico con el trasvase del Ebro a Mallorca. Aguiló cree que las potabilizadoras de mar, que ofrecen agua artificial, y la reutilización de las aguas depuradas son las mejores alternativas para la isla.

Ayer al mediodía, en un supermercado de una barriada de clase media de Palma, dos de cada tres clientes cargaban con botellas y garrafas de agua mineral o de manantial. Para preparar la comida y beber es indispensable proveerse de agua mineral embotellada. Muchas personas se lavan, incluso, con agua embotellada para no tener la sensación de que acaban de salir del mar. Desde hace años en los bares y cafeterías de Mallorca se hacen el café y las infusiones con agua envasada.

[Mientras, Andalucía necesita 825 hectómetros cúbicos de agua. Para paliar este déficit, la región recibirá de fuera 300 hectómetros cúbicos en trasvases y pondrá en marcha un plan valorado en 10.000 millones para repartir los escasos recursos propios, proceso este último con un alto coste social por el previsible enfrentamiento entre poblaciones andaluzas].

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