Esencias de escuela rusa
Un buen Lago siempre es reconfortante, sobre todo si permite acercarse a una idea global de ese clásico que esté en relación con la esencia de la escuela ruso-soviética. Frecuentemente, el público occidental se acomoda plácidamente a los efectos, cambios, progresos técnicos y medios de producciones ajenas a ese tronco, que no podemos olvidar, es el original de la obra. Es en este sentido en donde el montaje de Minks es interesante, pues mantiene la estructura original de la versión petersburguesa de finales del siglo XIX y se atiene a la consolidación de una revisión del siglo XX que termina de cuajar en Serguéiev.La pureza estructural del segundo acto, la asociación de la danza española del tercero al Cisne Negro, el final coral y con el triunfo del bien sobre el mal, todo ello acentúa ese aire añejo bien llevado a la actualidad. Aún traen los bielorrusos otro elemento que hoy sí es algo rarísimo: los dos papeles protagonistas no son hechos por una sola bailarina como es habitual ya en todas partes, sino por dos: una para Odette, el frágil cisne blanco, y otra para Odille, el malévolo cisne negro; esto es también de origen ruso.
Ballet Nacional de Bielorrusia
El lago de los cisnes: Marius Petipa-Lev Ivanov / Piotr I. Chaicovski. Odette: Inessa Dushkevich; Odille: Tatiana Yershova; Sigfrid: Veniamin Zajárov. Veranos de La Villa. Cuartel del Conde Duque. Madrid, 1 de agosto.
En el Conde Duque, la Dushkevich hizo una Odette de bella línea física, poses de elevado contenido lírico y muy buen estilo dentro del adagio. La Odille de Tatiana Yershova estuvo mejor en el pas de deux y en su variación que en la coda, donde resultó forzada y dudosa en los giros. La compañía no brilló como en la Giselle de la semana pasada, pero brindó buenas danzas de carácter y cohesión en la escena del lago encantado.
Babelia
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