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10 millones de accionistas, víctimas del mayor escándalo financiero de Rusia

Pilar Bonet

Varios miles de rusos, reticentes a perder la ilusión de enriquecerse en un abrir y cerrar de ojos, se concentraron ayer ante la sede central de la empresa MMM, que suspendió la compraventa de sus acciones tras caer en picado su cotización, desde sumas superiores a los 100.000 rublos (más de 6.500 pesetas) a 1.000 rublos. El mayor escándalo financiero de la Rusia poscomunista ha evidenciado las lagunas legales de la transición a la economía de mercado, y obligó al Gobierno ruso a reunirse con urgencia el jueves. Para calmar a los 10 millones de accionistas que MMM se atribuye, el ministro de Exteriores, Andréi Kózirev, dijo que "la población no debe responder por la falta de base legal", y pidió no dramatizar ni politizar el caso.

Mientras el Gobierno elabora una normativa urgente para regular el mercado de valores hasta que legisle el Parlamento sobre la materia, la empresa MMM, el mayor anunciante televisivo de Rusia, sigue proyectando sus cuñas publicitarias, cuyo personaje principal, Lionia Golubkov, encarna los sueños del ruso de a pie.

La mayor parte de la prensa moscovita inserta artículos críticos sobre MMM, y, junto a ellos, la publicidad de la compañía, que promete ayudar a los museos de provincias, vigilar la situación ecológica de Rusia, fundar clínicas y organizar partidos de fútbol. La Duma Estatal (la Cámara baja del Parlamento) ha informado de que abordará la ley reguladora de la publicidad al iniciar sus sesiones en otoño.

Desórdenes

La policía vigila atentamente la sede de MMM, en cuyas inmediaciones los accionistas han protagonizado algunos desórdenes, como rotura de vidrios y cortes de calles. Curiosamente, muchos de los perjudicados quieren comprar más acciones de MMM, confiados en que éstas recuperarán su valor en dos o tres meses, tal como promete el presidente de la compañía, Serguéi Mavródi. En la mañana de ayer, cerca de cinco mil personas estaban apuntadas en la cola de quienes deseaban comprar. acciones, que en la calle se vendían a 10.000 rublos.Más que un intento fallido de asimilar la economía de mercado, el asunto MMM parece un producto de las tradiciones rusas. "Somos jugadores", era una frase que muchos repetían ayer para explicar su apuesta por el "todo o nada" en esta versión moderna de la ruleta rusa. Antes de la caída en picado de las acciones, pocos eran los que aceptaban recuperar la inversión o contentarse con beneficios inferiores a los prometidos.

Con gran perspicacia psicológica, los dirigentes de MMM han fomentado entre los accionistas la fe soviética de que el Gobierno debe asumir por la crisis para evitar la agitación social. Durante meses, las autoridades rusas han permitido que MMM y otras empresas semejantes funcionen sin ningún control.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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