Rasultó tres orejas menos buena
Tres orejas menos buena que la anterior fue esta corrida y, al percatarse de ello el público, arrojó con furia las almohadiIllas al ruedo. Había indignación en la plaza. ¿Cómo es posible que sólo se cortaran cuatro orejas esta tarde,, cuando en la del miércoles hubo siete? La mayoría de la gente quería pedirle explicaciones al presidente, responsable último de semejante atropello a la voluntad popular democráticamente expresada.Todo el mundo esperaba que si el miércoles cortaron siete orejas, el jueves fueran ocho -o, a lo sumo, un empate- pero ¿perder tres orejas y quedarse en cuatro? "Vamos para atrás", se oía comentar en el tendido. Y algunos lo abandonaban mohínos, mientras la mayoría tiraba con furia la almohadilla y le llamaba burro al presidente.
Domecq / Espartaco, Ponce, Finito
Toros de Juan Pedro Domecq, chicos, tres primeros impresentables e inválidos, muy flojos el resto, en general encastados y nobles.Espartaco: pinchazo, estocada corta -aviso- y dobla el toro (minoritaria petición, ovación y salida al tercio); estocada corta (dos orejas); salió a hombros. Enrique Ponce: estocada (ovación y salida al tercio); pinchazo y estocada (oreja, clamorosa petición de otra y dos vueltas al ruedo). Finito de Córdoba: dos pinchazos, estocada tendida caída y rueda de peones (aplausos y saludos); estocada tirando la muleta (oreja clamorosa petición de otra y vuelta). El público arrojó las almohadilla¡ al ruedo porque no hubo más orejas. Plaza de Valencia, 28 de julio. 9ª corrida de feria. Lleno.
De las orejas y las complementarias vueltas hubo además mal reparto, justo en proporción inversa a las realizaciones toreras, dicho sea por no callar y sin ánimo de ofender. Una vez efectuada la auditoría de la novillada sin caballos que se celebró con ringorrangos y precios de corrida de toros, resulta el siguiente cash flow: 1. Que Finito de Córdoba ligó dos tandas de naturales con hondura, ajuste y torería, y únicamente le dieron oreja con una vuelta al ruedo. 2. Que Enrique Ponce pegó varios cientos de pases sin torería, ni ajuste, ni hondura, aunque sí con naturalidad, gusto y el aditamento de unos rodillazos frenéticos, y le dieron una oreja con dos vueltas al ruedo. 3. Que Espartaco incluyó parecido aditamento épico tras pegar otros varios cientos de pases multiplicados por dos, sin gusto, ni naturalidad, ni hondura, ni ajuste, ni torería, y le dieron dos orejas.
Y sobre darle las dos orejas, le aclamaron durante la vuelta al ruedo en la que le tiraron botas de vino, galletas de chocolate, ramos de flores envueltos en papel de celofán, dos muletas andaderas, abanicos, chalecos, gorrillas, zapatos masculinos y femeninos, un puro de 45 pesetas, y además bajaron homes, xiquets y xiquetes a darle un abrazo y tocarle los alamares.
Todas cuatro orejas se las dieron a los toreros en los tres últimos toros, y en cambio en los tres primeros no les dieron ninguna, y no por falta de ganas. Ciertamente los diestros ofrecían escasos motivos, mas el busilis de la cuestión se cifraba en que el público aún no había encontrado la técnica para satisfacer su fervor orejista. Toro y toreo les traían absolutamente sin cuidado. Salían unos animalitos de anovillado aspecto e inválida condición, y los aceptó de buen grado; los toreros pegaban pases con el pico de la muleta desde la distancia que les prestaba el brazo estirado hasta el límite, y gritaban olé.
El olé de Valencia tiene unas connotaciones exclusivas: es femenino y es larguísmo, porque lo gritan principalmente mujeres y prolongan la e del olé cuanto les permite la respiración: iolééé! Pegaba pases inconexos Espartaco al primer cojitranco, y olé; los pegaba con el pico Finito al tercero, y olé; los pegaba al aire Ponce pues el segundo se desplomaba y hasta tuvieron- que incorporarlo tirándole del rabo, y olé, olé, olé.
Había esperanzas de ganar a la corrida anterior por 8 a 7, pero el presidente dejó el resultado en 7 a 4. Gran parte del público le guardó rencor, por eso. Otra pequeña parte, sin embargo, se echaba las manos a la cabeza. Los aficionados valencianos nunca hubieran imaginado que el histórico coso acabaría convirtiéndose en semejante verbena.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.