El verano, el mejor caldo de cultivo de las enfermedades de transmisión sexual
Una infección no detectada puede provocar infertilidad a mujeres y hombres
Han existido toda la vida y en todos los rincones del mundo, en los países más prósperos y en los menos desarrollados. No hacen distingos entre razas, geografía o extracción social. Son las enfermedades de transmisión sexual (ETS), cuya frecuencia varía según las estaciones del año y las diferentes costumbres que éstas imponen. La ociosidad de las vacaciones y las altas temperaturas favorecen los contactos sexuales y disparan la promiscuidad. Eros cobra, así, sus tributos mediante infecciones que a menudo son asintomáticas y se van pasando de pareja en pareja.
"Se dan también en las mejores familias. Ahora, es conveniente aclarar una cosa: los procesos infecciosos que se transmiten sexualmente no tienen como única vía de contagio la relación carnal. A veces, el microorganismo se contrae a través de cualquier otro contacto superficial en piscinas, playas, saunas, gimnasios, o compartiendo ropas infectadas, como toallas o sábanas", afirma el doctor Luis Olmo, dermatólogo y presidente. de la Sociedad Española de ETS 'y Sida.Olmo admite que la epidemiología de las ETS ha cambiado en España en los últimos años: "Las clásicas enfermedades venéreas, como la sífilis y la gonorrea, han disminuido sensiblemente. Hoy en día se dan con mucha más frecuencia las infecciones por Chlamydia, que en muchas ocasiones son asintomáticas y cuyo portador va diseminando la infección sin ser consciente de ello. Este esquema es ahora el más característico en países desarrollados".
Un viaje de aventura
Y esto es lo que le sucedió a Pilar G. H., de 28 años, informática en una empresa auditora, que contrajo una cervicitis (infección en el cuello del utero) por la bacteria Chlamydia el pasado verano en un viaje a Estambul. "Allí inicié una aventura con. otro español, compañero de viaje, y seguimos viéndonos en Madrid un par de meses. En noviembre me correspondía la revisión ginecológica anual, y cuál sería mi sorpresa cuando por la citología el médico me diagnosticó la infección. Me sugirió enseguida hablar con mi pareja y que él consultara con un especialista. Y así los dos supimos que me había contagiado una infección que él mismo ignoraba que tenía".
Sin embargo, no todas las citologías ginecológicas incluyen el diagnóstico de Chlamydia, según advierte el doctor Juan Ballesteros, secretario general de la Sociedad Española de ETS y Sida y especialista en este grupo de patologías del Centro Sandoval, dependiente de la Comunidad de Madrid. "En teoría", añade, "la citología siempre debería ser una prueba sugestiva de infección por Ch1amyd¡a para, en caso necesario, pasar a otras pruebas concluyentes. Así se evitaría el ascenso de la infección al tramo ginecológico superior y la consecuente aparición de la enfermedad pélvica inflamatoría". Ballesteros indica que una infección por Chlamydia no. diagnosticada o recurrente por un tratamiento, inadecuado puede acabar produciendo esterilidad, tanto en la mujer como en el hombre.
"Es lamentable", apunta Luis Olmo, Ilegar a esos extremos cuando ahora disponemos de un arma tan eficaz como la azitromicina, que. erradica la infección con una sola toma. La, dosis única ha supuesto un gran avance, pues los tratamientos anteriores duraban como mínimo una semana y era frecuente comprobar que al quinto día el paciente lo abandonaba y volvía a recaer".
La enfermedad pélvica inflamatoria (EPI) es la más grave de todas las ETS ginecológicas, y sus puertas de entrada suelen ser infecciones bacterianas, casi siempre por Chlamydia, en la vagina (vaginitis) y en el cuello del útero (cervicitis). Para el doctor Pedro de la Fuente, jefe de ginecología del hospital Doce de Octubre, de Madrid, sus secuelas más graves son la esterilidad, el embarazo extrauterino y el dolor abdominal crónico. Para este último caso, a veces el único tratamiento es una histerectomía (extirpación de útero y ovarios).
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