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Encuentros fortuitos

La partida de nacimiento del surrealismo fue el manifiesto que escribió André Breton en 1924, en el que se sentaban las bases de un movimiento trascendental para el espíritu del hombre de nuestro siglo. El automatismo en la creación, fuera de todo control de la razón, era uno de los ingredientes básicos de esta nueva forma de revelarnos en arte el mundo del inconsciente. El movimiento postulaba . "la creencia en una realidad superior de ciertas formas de asociación hasta entonces marginadas, en la omnipotencia del sueño y en el juego desinteresado del pensamiento".Aunque este movimiento aglutinó a todo tipo de creadores, es la pintura surrealista la que ha dejado la marca más amplia y visible en la cultura de nuestro siglo. Las imágenes de Dalí, sus relojes de tiempo derretido o las asociaciones imposibles que conviven en las obras de Magritte han logrado liberar la imaginación de nuestro tiempo y marcar el rumbo de la estética popular.

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Lo maravilloso y lo poético, lo imposible y lo sugerente se citan en una frase emblemática del poeta Lautremont, de quien los surrealistas se apropiaron, para desarrollar hasta el infinito su idea de la belleza. "Lo hermoso es el encuentro fortuito de una máquina de coser y un paraguas en una mesa de operaciones".

El surrealismo fue no sólo un movimiento de gran alcance ético y estético. Fue, sobre todo entre los años veinte y treinta, una verdadera forma de vida o de concebir la vida, traspasando las fronteras de la realidad.

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