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El salto al vacío de Ucrania

Dos años y medio de independencia en Ucrania son un enorme logro para esta enorme franja de territorio incómodamente situada entre los antiguos límites de influencia de Rusia. y Alemania.Sin embargo, la victoria de Leonid Kuchma en las elecciones presidenciales es un salto al vacío para Ucrania, que ha arrojado serias dudas sobre la posibilidad de que el país sobreviva como entidad soberana sin ningún tipo de unión política o económica con Rusia.

La mayoría de los observadores occidentales en Kiev teme la posibilidad de una resurrección de los lazos políticos entre las dos mayores naciones eslavas, porque la mitad occidental de Ucrania opondría una feroz resistencia a cualquier movimiento en esa dirección. "Si Ucrania se rornpe", sugirió un alto cargo diplomático en Kiev, "toda Centroeuropa y la región del mar Negro explotará con ella".

Kuchma, sin embargo, no incluyó en su campaña el programa de reintegrar Ucrania con su anterior amo dentro de la Unión Soviética. Sí prometió, no obstante, una mayor cooperación económica con Rusia con el fin de aliviar las privaciones que padecen sus numerosos votantes del este de Ucrania.

Pero, en contra de las afirmaciones del presidente saliente, Leonid Kravchuk, al que muchos ucranios -incluidos los que votaron a su favor- culpan por la terrible evolución económica del país durante los últimos dos años, el presidente Kuchma siempre ha subrayado su compromiso con la independencia de Ucrania.

Por consiguiente, antes de empezar a invocar a los demonios de Yugoslavia, el dinámico Kuchma merece todo el apoyo posible mientras intenta lograr que este joven país sortee las grandes dificultades a que se va a enfrentar. Se le debe evaluar tanto por su compromiso declarado con la reforma económica como por su manera de tratar la soberanía de Ucrania. Pero el tema de la independencia de Ucrania es un gran problema.

Cuando Ucrania saltó inesperadamente del barco soviético que se hundía, en diciembre de 1991, los Gobiernos occidentales se resistieron a dar la bienvenida al nuevo país, cuyos habitantes formaron en su día una cuarta parte de la población soviética. La misma Rusia se sigue resistiendo a creer que los ucranios quieran liberarse realmente de su abrazo sofocante y emocional. La suposición, tan popular en Moscú, de que Rusia y Ucrania deben estar juntas ha creado a los ucranios grandes, obstáculos en su búsqueda de un Estado independiente durante este siglo.

Pero la mayor amenaza para la independencia de Ucrania la constituyen los mismos ucranios. La historia y las tradiciones de Ucrania oriental y occidental son tan diferentes que transforman la creación de una Ucrania democrática e independiente en un intento de unión de dos países. El problema principal está en la interpretación radicalmente diferente del concepto de la nacionalidad ucrania que existe entre el oeste y el este del país.

El primero está absolutamente comprometido con la idea de un Estado unitario, con una destacada conciencia nacional ucrania. El segundo, donde la mayor parte de la población habla ruso, apenas considera a Rusia un país extranjero. Pero es importante destacar que no hay un movimiento masivo de apoyo a la unificación con Rusia, excepto en la península de Crimea.La mayor parte de los políticos ucranios niega de manera continua y absurda la división entre este y oeste, precisamente porque es tan evidente. El nuevo presidente se unió a ellos la semana pasada cuando declaró: "Decir que hay un enfrentamiento entre el este y el oeste es un juego".

Sin embargo, su declaración denota sabiduría política. Kuchma sabe perfectamente que la animosidad contra él que sienten los ucranios que viven al oeste del río Dniéper abarca todo el espectro político. Volódia Pankiev, director de Post-Postup, el mejor semanario liberal de la capital occidental de Lvov, insiste en que "la victoria de Kuchma provocará una mayor radicalización del sentimiento nacionalista en esta región".

Los nacionalistas moderados de Ucrania occidental, que controlan la mayor parte de los ayuntamientos de la región, han demostrado una considerable madurez política durante los dos últimos años. En particular, han contribuido en gran parte a disipar la imagen inexacta de Ucrania occidental como un nido de víboras fascistas y antisemitas. Sin embargo, algunas serpientes venenosas reptan por la región con sus fuerzas paramilitares, y el presidente Kuchma debe tener cuidado de que su política no las anime a multiplicarse.

Debe evitar la tentación de federalizar Ucrania. Ha flirteado con esta idea, que cuenta con un apoyo considerable en el este, pero todavía no se ha comprometido en serio con ella.

La federalización implica dos riesgos serios. En primer lugar, elevaría la temperatura política en el oeste. Los políticos de Lvov insisten en que esa federalización provocaría una desintegración del país y aumentaría la posibilidad de una guerra civil o de una guerra ruso-ucrania.En segundo lugar, complicaría en gran medida la puesta en práctica de las reformas económicas de las que el país está sediento. El historial económico de Kravchuk ha sido atroz. Los funcionarios ucranios han hablado incesantemente de la necesidad y del deseo de una reforma. Sin embargo, las medidas fundamentales introducidas hasta ahora han desanimado la formación de estructuras legales de mercado, han mantenido los privilegios de la burocracia, y han llevado a los empresarios a la economía sumergida. Si no se pone coto a esta situación, aumentará el poder de la mafia local. Afortunadamente, el grado de criminalidad de estas estructuras no ha alcanzado todavía el de Rusia. Sin embargo, a no ser que el Estado y las economías sumergidas puedan desarrollar una relación simbiótica mediante la implantación de una estructura legal que regule e impulse la reforma, Ucrania va a tener graves problemas.

El nuevo presidente está interesado por lograr ayudas occidentales para sus esfuerzos por implantar reformas; recientemente regresó entusiasmado de las conversaciones en Washington con él vicepresidente Ad Gore y otros altos cargos de la Casa Blanca. Efectivamente, la Administración de Clinton está empezando a demostrar verdadera madurez en su política hacia Ucrania. Está construyendo una gran embajada en Kiev, con funcionarios exteriores altamente competentes. Sin embargo, la política norteamericana reconoce sensatamente la primacía de las relaciones ruso-ucranias para no indisponerse innecesariamente con Moscú.

La decisión de dar a Ucrania una ayuda de 4.000 millones de dólares, tomada la semana pasada por los líderes del Grupo de los Siete, fue un gesto oportuno e inusualmente perspicaz.. La oferta, que incluye la condición de que Ucrania introduzca una legislación reformista, da al nuevo presidente un incentivo adecuado para empezar a deshacer el daño causado durante los dos últimos años. Kuchina es un político astuto y capaz, que debe hacer de la reforma económica y de la unidad política la base de su estrategia política. En la alternativa no se puede ni siquiera pensar.

es periodista, antiguo corresponsal de la BBC en los Balcanes, y autor del libro La caída de Yugoslavia.

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