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Todo listo para que Rouco releve a Suquía en la diócesis de Madrid

El nombramiento puede realizarse este mes

El cardenal Ángel Suquía verá aceptada por el Papa su renuncia como arzobispo de Madrid este mes. Se irá estableciendo una nueva plusmarca, que podría figurar en el Libro Guinnes de los récords: ha permanecido en el cargo como arzobispo dimisionario durante 33 meses, desde el 2 de octubre de 1991, cuando cumplió los 75 años, edad de jubilación establecida por Pablo VI. Y su sustituto, ya tiene nombre: será Antonio María Rouco, arzobispo de Santiago.

La sucesión de Madrid ha mantenido expectantes y desconcertados tanto a obispos como a clérigos y fieles. Ninguno de ellos podía explicarse cómo ahora, que no existen interferencias civiles, como ocurría con el franquismo, podían demorarse tanto los relevos. Las interferencias eran eclesiales. Y, ahora, cuando las cocinas vaticanas, sobre las que tiene ascendencia el cardenal Suquía, tienen despejado el camino, sale el nombre del sucesor y se acaban las quinielas: Rouco.El problema, según las fuentes consultadas, no era otro que la poca gracia que a Rouco, de 57 años, le hacía abandonar su sede episcopal de Galicia y trasladarse a Madrid, una diócesis complicada y dejada de la mano de su pastor, según reconocen sus propios sacerdotes durante los últimos años, especialmente desde 1991, cuando Suquía cumplió la edad de jubilación. En esta cuestión ha influido asimismo la doble dedicación que tenía que mantener Suquía desde 1987, cuando accedió a la presidencia de la Conferencia Episcopal, cargo que dejó en 1993. El propio cardenal Vicente Enrique y Tarancón, su predecesor en Madrid, cargo que también compatibilizó con la presidencia del episcopado, ha manifestado su oposición a esta duplicidad de cargos. "Es que Madrid, lo que necesita ahora, es un pastor", señalan cualificados sacerdotes.

El nombramiento de Rouco, que presumiblemente se relizará en torno a la festividad de Satiago Apóstol (25 de julio), permitirá mantener la línea conservadora en la diócesis de Madrid, establecida por el cardenal. No en vano Rouco es hijo episcopal de Suquía y, por tanto, el candidato natural para sucederle. Así, accedió al episcopado en 1976, como obispo auxiliar del entonces arzobispo de Santiago, Ángel Suquía, cargo que desempeñó hasta 1983, cuando inició su pontificado en Madrid. Rouco era nombrado en 1984 arzobispo de Santiago.

El actual arzobispo de Santiago no tuvo reparo en utilizar el púlpito durante la ofrenda al Apóstol Santiago de 1985, para ponunciar un discurso de marcado contenido político. Rouco, que en años anteriores se había limitado a dar orientaciones de estricto alcance religioso, cargó ese año contra la despenalización del aborto, reivindicó el respeto al ejercicio de la libertad religiosa y alertó sobre la posible desintegración de España.

Rouco, que tiene una sólida formación intelectual, algo de lo que carecen numerosos sacerdotes promovidos al episcopado durante el mandato de Mario Tagliaferri como nuncio apostólico en España, está muy bien considerado en Roma. Así, estuvo a las puertas de acceder al capelo cardenalicio durante el último consistorio, celebrado hace tres años. No consiguió, no obstante, que el Papa peregrinara a Santiago durante su última visita a España, realizada durante el año Jacobeo, en junio de 1993. Pero no fue por falta de ganas de Juan Pablo II, que no lo descartó hasta el último momento, sino por su quebrantada salud.

Candidato descolgado

El nombramiento de Rouco para Madrid no representa una bofetada pública a la actual cúpula de la Conferencia Episcopal, que no era la deseada por el nuncio. Esto hubiera ocurrido, de acuerdo con las opiniones de numerosos prelados, si hubiera sido designado el actual arzobispo de Valencia, Agustín García Gasco, candidato promovido en algunos círculos y que durante los comicios episcopales, celebrados en febrero de 1993, no consiguió el respaldo de sus hermanos de fe para acceder al comité ejecutivo de la Conferencia o a la comisión permanente, órganos de gobierno entre los plenos.Con la diócesis de Madrid se desbloquearán otros nombramientos. Así, ayer mismo, el sacerdote Julián López Martín, de la diócesis de Zamora y considerado como un hombre de talante abierto, era designado obispo de Ciudad Rodrigo por el Papa, que tiene pendiente de aceptar las renuncias de los titulares de diócesis importantes, como Toledo, Bilbao o Vitoria.

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