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Entrevista:

"El tropicalismo fue una ducha refrescante"

Caetano Veloso cumplirá 52 años el 7 de agosto; Gilberto Gil los celebró el pasado 26 de junio. Estos dos músicos de Bahía ocupan un lugar destacado en la música popular. Tanto el último álbum de Gilberto Gil, Acoustic, como el de Caetano Veloso, Circuladô vivo, están a la altura de lo mejor que han grabado. Son Gil y Caetano, como les llaman sus compatriotas, que a finales de los sesenta revolucionaron la música de Brasil con el tropicalismo. Ahora, han vuelto a reunirse para un disco, Tropicália II, que conmemora 25 años de aquel delirio antropofágico, y una gira que los ha traído hasta Barcelona y Madrid. No se han perdido los partidos de Brasil en el mundial de fútbol y el partido de mañana contra Italia los pillará en Berlín.Pregunta. ¿Qué les sugiere la repetición de aquella final de 1970, la última vez que Brasil consiguió el título?

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¿Y ahora qué?

Gilberto Gil. El fútbol es un invento moderno y Brasil quizá haya sido su principal contribuyente. Luego llegó Alemania con un planteamiento de eficacia que puso en jaque a la modernidad. Durante todos estos años, Brasil se ha encontrado ante un callejón sin salida. En este mundial, en cambio, está jugando un fútbol posmoderno, que no es el clásico de Brasil pero que tampoco es el que practican otros: aprovecha cosas heredadas del posmodernismo alemán y al mismo tiempo conserva elementos de la fantasía brasileña; se acerca al pragmatismo pero mantiene un espacio para la creatividad.

Caetano Veloso. Es algo tropicalista.

P. ¿Qué representó el tropicalismo?

G.G. Creo que fue una ducha refrescante, que estimuló el sistema circulatorio de la música brasileña. El tropicalismo apostó por el pluralismo, la diversidad, la libertad de expresión; por una mirada amplia y profunda sobre el proceso creativo en todo el mundo. Trajo noticias de los nuevos hábitos juveniles en otros países y de su influencia en la creación artística: en el cine, la literatura, la música, el teatro...

P. ¿A quién se le ocurrió grabar Tropicália II?

G.G. La idea fue de Caetano. Había muchas propuestas para celebrar el aniversario en el ámbito artístico con algunos de los que habían participado con nosotros en la primera tropicalia y también a nivel oficial. Caetano quiso escapar de ese rosario de invitaciones e hicimos algo juntos.

P. En el disco hay una canción, Cinema novo, que es un homenaje al cine brasileño.

C.V. Podría ser un final feliz de la historia del cine moderno brasileño. Porque hubo una violenta agresión al deseo de hacer cine en Brasil. Triunfaron las tesis neoliberales con la idea del lucro como único motor de las acciones humanas y se emprendieron acciones irresponsables que han masacrado al cine brasileño. Hollywood siempre contó con mecanismos de defensa de mercado a través de medidas oficiales del gobierno. Hubo una campaña terrorífica en la prensa brasileña y cuando Collor asumió la presidencia, el cinema novo, ya había sido pisoteado por los grandes cretinos de la prensa, que son precisamente los periodistas más inteligentes. No puedes, en nombre de posiciones políticas en boga, tomar actitudes destructivas. Vargas Llosa, por ejemplo, vive con aquella retórica de decir que todo lo que es estatal no funciona y que todo lo que es competitividad lleva a la libertad y a la creatividad, a la belleza y la riqueza. Contra todo eso quise escribir una canción de guerra. Y pretendo ganarla.

P. Ambos han participado en unos vídeos para la campaña ciudadana contra la miseria y por la vida. Creo que contaban unas parábolas.

C.V. La mía es la de un hombre que está en medio de una plaza y trata de convencer a sus conciudadanos para que actúen de forma más ética. Un viajante que pasa por allí todos los años y ve que nunca cambia nada se lo dice. Y el hombre le responde: si desisto, entonces serán ellos los que habrán logrado cambiarme.

P. En otoño habrá elecciones generales en Brasil. Parafraseando una de sus canciones ¿Cómo ven al país, más cerca de Hawai o de Haití?

C.V. y G.G. Tiene algo de los dos. Una vez un político llamó al país Belindia, que es un nombre muy bonito. Y era porque Brasil tiene una Bélgica enclavada dentro de una India.

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