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FERIA DE SAN FERMÍN

La tonta del bote

La tonta del bote sacaron. Sacaron la tonta del bote para coronar la que quiere ser y pomposamente, llaman Feria del Toro, y a nadie importó. Si acaso a alguien e entró la risa, mientras los 74 aficionados puros que había en a plaza ya se iban a quemar a lo bonzo por eso, pero sometieron a moción a capítulo, deliberaron un miinuto, cambiaron el propósito, hicieron así, se amorraron a as botellas de clarete, y de poco dejan en pertinaz sequía Pamlona."Yo veo doble", "Yo triple", 'Eso que trota por ahí, ¿no lo acaban de matar?" se preguntaban los 74 aficionados puros en medio, de la pítima soberana, sin percatarse de que las tontas del bote eran clónicas y salían del chiquerito perfumado tan igualitas como la madre que las parió, llamada la vaca Sinforosa. Salían, las pobres, chiquitinas, guapitas de cara, tocadas de cuerneín coquetón, flojuchas, dengosas y conmovidas por lo contentos que se ponían los toreros al verlas allí en medio, inocentes y moviendo picaruelas el redondito bullarengue.

Osborne / Manzanares, Espartaco, Jesulín

Toros de José Luis Osborne, sin trapío ni fuerza, escasos de cuerna, dóciles; 2º y 5º anovillados. José Mari Manzanares: pinchazo, media baja, rueda de peones y descabello (ovación y salida al tercio); estocada corta atravesada (silencio). Espartaco: estocada caída (dos orejas); dos pinchazos, estocada corta baja y dos descabellos; la presidenta le perdonó un aviso (aplausos y también algunos pitos cuando saluda). Jesulín de Ubrique: bajonazo muy trasero y descabello (palmas); estocada trasera (dos orejas y rabo).Espartaco y Jesulín salieron a hombros. Plaza de Pamplona, 14 de julio. 9ª y última corrida de feria. Lleno.

Se ponían contentísimos los toreros y ya que estaban allí vestidos de durse, comparecían para explayar sus saberes y hacer sus gracias. De manera que fue José Mari Manzanares y dibujó el apunte de su acendrada finura; Espartaco exhibió el certificado e su profesionalidad emitido por el INEM; Jesulín, el hambre pitón y de triunfo, y si llegan a dejarle, se come la tonta del bote con patatas. Eso fue en la sexta tonta del bote, y armó la revolución.

Lidia no hubo ninguna. La úlima corrida de la que quiere ir y pomposamente llaman Feria del Toro, devenida en seis toras cursis más coquetas que las gallinas, no tenía nada que lidiar.Las administraban un puyacito, acaso dos, por cumplir; las endían de cualquier forma as banderillas; los diestros se ponían luego a pegarlas pases hasta dejarlas molidas.

Y el público, entretanto, que 1 R,iau Riaun, que si Paquito el colatero, que si-el Vals de Asin, que si ¡Induráin, Induráin, uráin!, que'si ¡Oé, oé, oé! os redondos primorosos de nzanares dentro de sus incoas faenas, los derechazos y urales distantes de Espartaco abusiva utilización del pico

a muleta, los parones de Jesuprovocaban aplausos, aunque dentro de un orden y bien ledel entusiasmo y el apoteosis.

El apoteosis y el entusiasmo llegarían al final, en ocasión de que Jesulín de Ubrique se puso a ligar derechazos con mayor suavidad, gusto y donosura que sus veteranos compañeros, instrumentó molinetes, mezcló la espaldina con la tortilla, ciñó al muslo el canuto que tenía la tonta del bote por pitón y luego, puesto de rodillas, lo cogió firme y le pegó un bocado con tal fruición, que debió saberle a jamón de Jabugo.

El gol de Zarra, la llegada del hombre a la Luna, la batalla de las Termopilas, la caída del Imperio Romano fueron partiditas de parchís al lado de la que allí se armó. Convertidos los graderíos en un fragoroso volcán, la plaza entera aclamaba a Jesulín de Ubrique "¡Torero, torero, torero,!", y también "ilque, ¡que, ¡que!", que debe ser la suprema

manifestación de la gloria (algo así como Laus deo y Aleluya, en versión táurica).

Y cuando Jesulín, torero-¡que, cobró la estocada, aquello fue la locura. Dos orejas y rabo le concedieron y el público aún quería más, en la vuelta al ruedo le cubrieron de pañuelicos sanfermineros, le dieron vino, ajoarriero y magras con tomate, un racimo de muchachas se le tiró encima y le acompañaron abrazadas, alguna de ellas en plan besucón, un bebé le tiraron también, lo cogió amorosamente en brazos, lo bendijo y se hicieron una foto... Los 74 aficionados puros se unieron al apoteosis cantando La vaca lechera -bien que haciendo eses- y a la hora del Pobre de mi se les podía ver agarrados a las farolas diciendo aquello de "El toro de cinco y el torero de veinticinco,% muertos de risa. Buena rúbrica fue esa para la que llaman la Feria del Toro, más conocida por la Feria de la Tonta del Bote.

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