Un estudio revela peor calidad de visión con las lentes implantadas que no necesitan gafas
Los dispositivos multifocales sustituyen al cristalino en operados de cataratas
, Cada año, unas 80.000 personas se someten en España a una operación de cataratas porque la lente natural de sus ojos, el cristalino, se ha vuelto opaca y debe ser sustituida por otra artificial. Si la nueva lente pretende de verdad emular al cristalino ha de ser capaz de enfocar cerca y lejos sin la ayuda de gafas, algo que sólo las modernas lentes intraoculares multifocales consiguen. Sin embargo, un reciente estudio demuestra que con este tipo de lentes, implantadas cada vez más a menudo, la comodidad de no tener que llevar gafas se paga con una peor calidad de la visión.
Los resultados de 10 años de ensayos clínicos con lentes multifocales no constituyen una sorpresa para los oftalmólogos. "Que la visión de personas con lentes intraoculares multifocales es más imperfecta se ha ido demostrando desde 1990. Es algo ya conocido, pero poco divulgado, porque las casas comercializadoras no tienen interés en difundir aspectos que puedan ser considerados negativos", afirma Juan Murube, jefe del departamento de oftalmología del hospital Ramón y Cajal, en Madrid.La importancia del estudio publicado en las revistas Applied Optics y Revista Española de Oftalmología es que se basa en la primera técnica capaz de analizar en vivo y objetivamente, con métodos físicos y no psicológicos, la calidad de la imagen que se forma en la retina de los pacientes. Entre los autores del trabajo, Rafael Navarro y Pablo Artal, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), y Manuel Ferro e Ismael Miranda, del hospital Doce de Octubre, en Madrid, se cuentan algunos de los que a mediados de los ochenta desarrollaron la nueva técnica, ahora empleada en varios centros españoles y estadounidenses.
"Las lentes intraoculares multifocales, en sus diversas variantes, intentan que se pueda ver de lejos y de cerca con una sola lente, igual que las gafas multifocales", explica Murube. Su experiencia indica que "si a una persona se le pone una lente monofocal en un ojo y una multifocal en el otro, considera más nítida la visión en el primero, aunque para ver de cerca necesite gafas".
En su opinión, el paciente debe sopesar pros y contras y ser consciente de que con las multifocales "se consigue el beneficio de ver a diversas distancias a costa de una peor calidad de imagen".
Los defectos aparecen sobre todo en la sensibilidad al contraste, "dos veces menor en pacientes a quienes se han implantado lentes multifocales", según los autores del estudio. "Con el clásico examen de identificación de letras negras sobre fondo blanco se mide la agudeza visual, que no varía según las lentes", dice Navarro. Pero cuando se hace de noche y los claroscuros son más tenues, la cosa cambia: "Conocemos taxistas y camioneros que, tras ser operados con lentes bifocales o multifocales, ya no pueden conducir de noche, aunque de día leen bien", afirma.
La operación para sustituir el cristalino por una lente intraocular empezó a dar buenos resultados en los años setenta y una década después se generalizó. La irrupción de las lentes intraoculares multifocales es posterior, hasta el punto de que en Estados Unidos, con una legislación muy restrictiva, se encuentran aún en fase de ensayos clínicos. "En la Unión Europea, las lentes intraoculares están aprobadas por el uso consuetudinario en todos los ambientes -incluidos los hospitales públicos-, pero no ha habido ninguna indicación oficial explícita para ello, como tampoco la hay para miles de innovaciones técnicas de la medicina actual", explica Murube.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.