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Merkel carga contra el candidato de su partido, Merz, por aceptar votos de la ultraderecha alemana

La histórica líder democristiana rompe su silencio para tildar de “error” un gesto del favorito en las elecciones de febrero que cuestiona el cordón sanitario contra AfD

Merkel
Merkel, en un acto de la CDU celebrado en Düsseldorf el pasado 18 de enero.RONALD WITTEK (EFE)
Marc Bassets

La campaña alemana ha dado un vuelco después de que la derecha moderada aceptase el miércoles el apoyo de la extrema derecha a sus planes contra la inmigración. La excanciller democristiana Angela Merkel ha salido de su habitual silencio para cargar este jueves contra Friedrich Merz, candidato de su propio partido, al considerar “errónea” la adopción, gracias a los votos de los radicales, de una moción que restringe severamente el derecho de asilo.

La moción no vinculante contra la inmigración, propuesta por Merz, rompe la campaña para las elecciones del 23 de febrero, que ya no será igual. Es posible que se haya roto algo más: el consenso construido tras la II Guerra Mundial que impedía cooperar con la extrema derecha.

Un “tabú” se ha roto esta semana, si se hace caso de las reacciones de los socialdemócratas del canciller Olaf Scholz, sus socios ecologistas, buena parte de la izquierda, la Conferencia Episcopal y la Iglesia Evangélica, entre otros. Que la muy prudente Merkel —una figura cada vez más cuestionada por su legado, pero todavía popular y con autoridad moral— se sume a las críticas es significativo y su impacto puede resultar considerable.

En un comunicado, Merkel lamenta que “por primera vez” Alternativa para Alemania (AfD), partido bajo vigilancia de los servicios de inteligencia por sus posiciones radicales, permitiese formar una mayoría con la CDU/CSU. También le reprocha al líder de su partido que haya renunciado a compromisos anteriores de no aceptar los votos de la extrema derecha. Y pide a las formaciones democráticas que encuentren soluciones conjuntas “sobre la base del derecho europeo vigente”, una crítica velada a la posible ilegalidad de las medidas de su correligionario.

Merz, tras una serie de crímenes y atentados perpetrados por extranjeros, cree haber captado un malestar popular extendido. Es la teoría según la cual las derechas moderadas deben dar respuestas a inquietudes como la que la inmigración suscita en parte de la sociedad para evitar se apropien de ellas los populistas. Pero la foto de los diputados de AfD aplaudiendo su iniciativa resulta incómoda para él. Es la otra teoría, según la cual si los moderados imitan a los extremistas, el votante siempre preferirá a estos últimos: el original antes que la copia.

El líder democristiano defiende que el cordón sanitario contra la extrema derecha sigue del todo vigente, que una coalición con este partido sería inaceptable y que el miércoles no buscó los votos de la AfD ni acordó nada con este partido. El viernes prevé presentar una propuesta de ley sobre inmigración —esta sí, vinculante— y ha dicho que desearía adoptar con los votos socialdemócratas y verdes.

Hasta ahora Merkel había evitado criticar a su sucesor al frente de la democracia cristiana; ahora es como si Merz hubiese cruzado una línea y ella ya no pudiese callar más. Aunque falte menos de un mes para las elecciones. Y aunque sus palabras pongan en riesgo la ventaja de la Unión Democristiana/Unión Socialcristiana (CDU/CSU) bávara, el partido de ambos.

En el comunicado, solemnemente titulado Declaración de la canciller federal emérita doctora Angela Merkel sobre el voto en el Bundestag alemán el 29 de enero, Merkel recuerda que, en noviembre, Merz propuso al Partido Socialdemócrata y a Los Verdes adoptar juntos las leyes en lo que quedaba de legislatura. Se trataba, según el democristiano, de evitar que, aunque fuese sin buscarlo o “por casualidad”, una ley o moción obtuviese la mayoría con los votos de AfD. Justo lo que ha ocurrido.

“Considero un error dejar de sentirse vinculado por esta propuesta”, escribe Merkel, “y el 29 de enero de 2025, por primera vez, haber permitido una mayoría con los votos de la AfD en una votación en el Bundestag alemán”. La excanciller exige que “los partidos democráticos colaboren por encima de las fronteras partidistas (...) para hacer todo lo posible para evitar en el futuro atentados espantosos como los de las vísperas de Navidad en Magdeburgo o hace unos días en Aschaffenburg.”

La reacción de Merkel puede sorprender, pues incluso durante la promoción de sus memorias, en otoño, extremó el cuidado al pronunciarse sobre la actualidad. Pero las propuestas de Merz suponen una enmienda a la totalidad de las políticas de inmigración que ella impulsó. La excanciller siempre ha defendido el cordón sanitario contra AfD, aunque este partido creció en gran parte como reacción a la acogida en 2015 de un millón de refugiados.

El enfrentamiento entre Merkel y Merz —la canciller que gobernó Alemania entre 2005 y 2021, y el político que quiere gobernarla— es abierto. Ambos arrastran un historial de rivalidades desde principios de los años 2000, cuando la mujer que más tarde encabezaría el Gobierno alemán se hizo con el liderazgo del partido en contra del actual candidato. Se oponen las dos almas de la democracia cristiana: la moderada, social, y ecologista de Merkel; y la liberal y conservadora de Merz. El choque alemán refleja el dilema que afrontan todos los partidos de esta familia política en Europa: pactar o no pactar con la extrema derecha.

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Sobre la firma

Marc Bassets
Es corresponsal de EL PAÍS en París y antes lo fue en Washington. Se incorporó a este diario en 2014 después de haber trabajado para 'La Vanguardia' en Bruselas, Berlín, Nueva York y Washington. Es autor del libro 'Otoño americano' (editorial Elba, 2017).
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