"Si volviera a nacer sería, cantaor de flamenco"
Al borde de los 60 años, el canadiense Leonard Cohen sale de otro largo túnel de silencio para presentar un disco en directo y hablar de una sociedad en crisis, su esperanza desesperanzada y su relación sentimental con España.
El próximo 21 de septiembre, Leonard Cohen (Montreal, 1934) cumplirá 60 años. Han pasado 38 desde que publicó Let us compare mythologies, su primer libro de poemas y 26 de su primer disco, con canciones como Suzanne, Sisters of merpy o So long Marianne. Después, a ritmo muy lento, dos novelas (The favorite game y Beautiful loser), dos libros de poemas (Flowers for Hitler y Energy of the slaves) y nueve discos más. Ahora, publica su segundo álbum en directo, con canciones que resumen una carrera tan intensa y elegante como el hombre que, con extrema amabilidad, pone cara de póker cuando mira hacia esas candiones que hoy vuelven en el disco Cohén live.Pregunta. Una vez dijo que el pasado no existe...
Respuesta. Es que se me d1vida. Cada vez más, como el futuro.
P. Su pasado es Lorca, Yeats y escritores canadienses como Hugh McLennan e Irving Layton. También la generación beat, que acaba de reunirse en Nueva York, 50 años después de su primer encuentro. ¿Seguía a Ginsberg, Corso, Ferlinghetti, Kerouac ... ?
R. Sí, pero jamás me invitaban a sus reuniones. Tampoco a ésta, ni al festival de Woodstock. Estoy empezando a cabrearme.
P. Esta reunión ha enlazado al la generación beat con la generación X. ¿Es un puente real?
R. Aquellos poetas beat y músicos como Dylan, son artistas de primera línea y merecen sobrevivir. Hicieron un trabajo necesario para explicar lo que sucedía a una gente aturdida por los cambios desde la última guerra mundial. Iluminaron todo un camino y todavía lo hacen. Hoy, la situación es tan alarmante y tan vacía que los jóvenes están buscando desesperadamente voces auténticas. Independientemente de lo que se pueda pensar de Ginsberg, Kerouac y los demás, sabes que no están mintiendo. Creo que a la generación X la han engañado y explotado tanto, que- es normal que se fijen en estas voces excéntricas pero honradas.P. Habla de la generación X como algo vivo.R. Aunque el mercado intente explotarla, mis hijos pertenecen a esta generación y veo en ellos confusión y vacío.
P. Parece que la obra de artistas de los años 60, oscurecida en los 80, vuelve en los 90.
P. Ésa es la experiencia de mi modesta carrera. Se burlaban cuando estaba triste porque la situación era insostenible. Los valores morales no existían y decían que estaba neurótico por hablar de esa manera. Ahora las cosas han cambiado y se ha producido un resurgimiento.
P. ¿Un resurgir activo?
R. En Estados Unidos se está produciendo un movimiento hacia lo espiritual. Se vuelve a lo heterodoxo, se abrazan las posiciones extremas, se tiende a la derecha, porque el centro ha perdido el idioma. Está tan identificado con el mercado que ni siquiera tiene una propaganda. La gente acepta filosofías y definiciones muy simples, agrupándose en tribus, en pertenencias a un país o a una religión. Al mismo tiempo, piensa que estamos en un tiempo de regeneración y de reforma. En la clase de meditación a la que asisto todas las mañanas, hay mucha gente joven que practica una disciplina de autoanálisis; no es el único camino, pero son bastantes las personas que lo hacen.
P. ¿La vuelta de la derecha se sostiene sobre pensadores de izquierdas?
R. No soy capaz de hablar sobre el significado de derecha e izquierda. Son denominaciones irrelevantes y confunden a la gente, que se agarra a pequeños trozos de madera que flotan con mucha dificultad. Me rompe el alma ver a la gente intentando sobrevivir mientras se han barrido todos los valores. Esta situación real que existe de catástrofe interna, no creo que tenga nada que ver ni se solucione con ideas de izquierda o derecha, hombre o mujer, blanco o negro. Creo que estos escritores y artistas se equivocaron al identificarse con la izquierda. Hoy, la derecha tiene más vitalidad, pero sus ideas son insostenibles. Si quiere que continuemos por este camino...P. Hablemos de música. ¿Se puede alcanzar el grado de clásico de la música popular y mantener un lenguaje contemporáneo?R. No lo sé. Mi espíritu no ha envejecido. He tenido la magnífica experiencia de aprender con dos hombres ya mayores. El poeta Irving Layton, que tiene 83 años, publica un libro cada año y cada obra es mejor que la anterior. El otro es un antiguo monje zen al que conocí hace 22 años, tiene 87, y que también es un espíritu que no se marchita. No es una relación de maestro y discípulo; ha intentado educarme pero se ha rendido. Simplemente, hablamos.P. En el panorama que ha pintado, ¿tiene algún sentido hablar de cultura contemporánea?R. Hay un vacío terrible del espíritu que arrastra toda la violencia del mundo. ¡La democracia tiene tan poco valor! ¡Hay tan poco respeto por la vida! No es un sueño. A pocos kilómetros hay una guerra real. Hemos destruido el muro de Berlín porque no era suficientemente grande, y hemos alzado otros tan altos que nos impiden ver que estamos rodeados de masacres. Y me gustaría saber si estos muros serán capaces de mantener el odio que el resto del mundo tiene hacia nuestra sociedad. Con todo esto, hablar de cultura es un lujo.
P. Por lo que más quiera, dígame algo esperanzador...
R. Afortunadamente, con el tiempo las sociedades han mostrado mucha flexibilidad y la luz siempre llega de lugares insospechados. Espero que la imaginación tenga suficiente libertad para descubrir fuentes de energía necesarias para enfrentarnos a nuestros problemas. Tengo ciertas ideas al respecto, pero no se interpretan correctamente. Creo que es necesaria una cultura militar iluminada; si no estas culturas no se van a poder defender de una agresión real física e ideológica. Hay que desarrollar el músculo y la imaginación. Es bonito ver a los jóvenes, pero necesitamos el uniforme.P. Pasemos a su disco en directo, en el que hay una canción, One of us cannot be wrong, grabada en San Sebastián el 20 de mayo de 1988. ¿Cuál es su relación sentimental con España?
R. Tengo una curiosa relación. Cuando era joven me encontré en la calle a un guitarrista español que tocaba flamenco. Me senté junto a él y le pedí que me enseñara. Me dio unas clases y de flamenco; los cambios, las estructuras... fue lo primero que aprendí. Mi primera buena guitarra fue una Ramírez; mi primer poeta Federico García Lorca, y Lorca se llama mi hija; el primer baile entre el hombre y la mujer que comprendí fue el flamenco. Y también están autores como Machado, los crucifijos, las agonías. Todo está dentro de mí. No sé por qué.
P. El cantaor Enrique Morente quiere grabar un disco adaptando sus canciones al flamenco.
R. Es un gran orgullo, un sueño porque el flamenco es el estilo que más respeto en el mundo. Si volviera a nacer, me gustaría ser un cantaor de flamenco: Es una música que me llega y si Morente quiere interpretar mis canciones, será un gran honor.
Babelia
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