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Dehaene, a un paso de la presidencia de la Comisión Europea

Lluís Bassets

El primer ministro belga, el democristiano Jean-Luc Dehaene, obtuvo ayer por la noche el apoyo de 10 de los 12 países comunitarios en la segunda votación para la designación del sucesor de Jacques Delors en la presidencia de la Comisión Europea, a partir de enero de 1995. Holanda y el Reino Unido siguieron oponiéndose al candidato apadrinado por Francia y Alemania e insistieron en mantener a sus respectivos candidatos, Rud Lubbers y Leon Brittan.

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El clima de enfrentamiento en la cumbre de Corfú impidió el acuerdo definitivo, que quedó aplazado para hoy. La primera votación permitió comprobar la existencia de una amplia mayoría en favor del belga. Ocho países le apoyaron, mientras que tres se decantaron por Lubbers y uno sólo por Brittan. La segunda votación se efectuó pasada la medianoche, una vez desconvocada la reunión, en una nueva convocatoria que obligó a algunos primeros ministros a regresar de sus hoteles o coches. Su resultado permitió al portavoz griego, Evangelos Venizelos, asegurar que "se ve claramente el final de la votación".Será muy difícil para Lubbers seguir resistiendo hoy, una vez que ha comprobado que sólo tiene el apoyo de su propio país y del euroescéptico Reino Unido. El presidente del Gobierno español, Felipe González, que apoyó a Lubbers en la primera vuelta, mantuvo una larga charla telefónica con el candidato, en la que intentó convencerle para que retirara hoy su candidatura.

Lubbers se encuentra así ante la difícil papeleta de prestarse a hacer el juego al Gobierno que más ha obstaculizado la construcción europea o tragarse el sapo de su terrible fracaso ante el bulldozer franco-alemán, aunque declaró esta madrugada que mantendrá su candidatura.

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El eje París-Bonn impone al candidato belga

Viene de la primera páginaUno de los elementos destacados de la noche fue el comportamiento del primer ministro italiano, Silvio Berlusconi. El eje italo-británico, presagiado por los numerosos contactos mantenidos durante la jornada y por la buena sintonía entre ambos gobiernos, duró tanto como el apoyo español a Dehaene: justo una votación.

Berlusconi explicó en una conferencia de prensa, a media tarde, que votaría en función de sus convicciones, más próximas a la visión periférica de la Unión asociada al librecambismo que al reglamentismo atribuido a Francia. Matizó también, sin embargo, que el canciller Helmut Kohl le había expresado su temor a una Unión demasiado rígida. El resultado es que votó en primera vuelta a favor de Lubbers y ya en la segunda como el grueso del pelotón.

El desarrollo de las votaciones demostró, en cualquier caso, que el eje París-Bonn sigue siendo central en la actual Unión Europea, a pesar de la prueba de fuerza lanzada por un debilitado John Major y un Berlusconi todavía muy novato, que asistió ayer a su primer Consejo Europeo. El canciller alemán, reforzado por el brillante resultado cosechado en las elecciones europeas, pudo maniobrar a sus anchas y soltar toda la fuerza de su peso político sobre la balanza en favor de su candidato belga.

Los dos candidatos que integran como primeros ministros el Consejo Europeo no asistieron a la votación. Jean-Luc Dehaene estuvo en la cena, en la que se debatían otras cuestiones, y se retiró en, el momento del debate sobre su futuro. Lubbers prefirió quedarse en su hotel y mandó a su ministro de Exteriores, Wim Kok, con una carta de disculpas.

El primer ministro griego y presidente en ejercicio del Consejo Europeo, Andreas Papandreu, que tiene la salud muy quebrada, necesitó la ayuda de su ministro de Exteriores, Teodoros Pangalos, para dirigir la reunión. Sólo Pangalos asistió y presidió la segunda votación.

No se conoce todavía el precio de los actuales apoyos a Dehaene y de la rendición que intentará hoy la presidencia griega. Berlusconi cuenta con dos puntos de interés nacional a defender en sus primeros pasos europeos. Por una parte, el incremento de la cuota lechera italiana y la condonación de una enorme multa por exceso de producción lechera cuyo saldo es ahora de 1.200 millones de ecus (192.000 millones de pesetas). Por la otra la elección del diplomático Renato Ruggiero, como director general de la Organización Mundial de Comercio, que se resolverá en la próxima reunión del G-7 y necesita del apoyo de los Doce.

Contralpartidas a Holanda

Es más difícil conocer cuál será la contrapartida ofrecida a Holanda. Algunos socios querían ofrecer a Lubbers la secretaría general de la Alianza Atlántica, pero su titular, el alemán Manfred Wörner, realizó unas declaraciones el miércoles pasado recordando que no piensa retirarse y que quiere regresar después del verano una vez recuperado de la quinta intervención quirúrgica a que ha sido sometido.

El Reino Unido está acostumbrado a quedar aislado en numerosas votaciones en la UE, por lo que no es obligado que reciba algún tipo de compensación por su renuncia al veto. El único problema de John Major es la medida del desgaste que le produce el veto sobre el nombramiento en relación a los problemas que le ocasione el nombramiento, de Dehaene ante sus diputados más antieuropeístas. Es difícil, sin embargo, que Major resista solo a una presión continuada de los otros once, dirigidos por Kohl, una vez Lubbers se haya retirado.

La designación del presidente de la Comisión esta mañana es así casi obligada, sino se desea situar con un pie forzado al Consejo Europeo. Kohl ha anunciado que convocará una cumbre europea para los primeros días de su presidencia semestral que empieza el 1 de julio para resolver la cuestión antes del 19 de julio, fecha en que se constituye el Parlamento Europeo. Kohl es partidario de reforzar los poderes del Parlamento Europeo y desea darle la posibilidad de hacer la votación de confianza del sucesor de Delors a tiempo.

Unanimidad necesaria

La designación del presidente de la Comisión Europea exige la unanimidad de los Doce. Es decir, se trata de una decisión intergubernamental entre 12 Estados soberanos que cualquiera de ellos puede vetar. Tradicionalmente se ha resuelto en la charla al lado del fuego, la conversación informal entre los jefes de Gobierno y de Estado, que se efectúa sin regla escrita alguna. Ayer a última hora, por ejemplo, se desconocía si los dos candidatos que cuentan, los primeros ministros de Bélgica, Jean-Luc Dehaene, y de Holanda, Rud Lubbers, participarían en la discusión o se ausentarían.Tampoco deberían estar los cuatro países de la ampliación (Austria, Suecia, Noruega y Finlandia) ni Delors, pero todo dependía del presidente de la reunión, Andreas Papandreu. El momento decisivo es la intervención del presidente, que puede anunciar la existencia de una mayoría y pedir si hay objeciones al nombramiento. La mayoría en favor de Jean-Luc Dehaene existía muy claramente antes de empezar la cena.

La aparición de objeciones suscita una rueda de intervenciones que permite percibir si hay posibilidad o no de consenso. Pero todo forma parte de los secretos más guardados.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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