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MUNDIAL 94

Periodistas indómitos

Los enviados de la prensa brasileña han tenido autenticas batallas campales con los guardias de seguridad

Cuando un jugador se lesiona durante un partido de fútbol en Brasil, la primera persona que salta al campo no es, como cabría imaginar, el masajista, sino un aguerrido reportero que intenta recoger para sus oyentes los gemidos, las quejas o los gruñidos que emita el infortunado deportista.En Brasil es habitual que los periodistas sometan a los jugadores a estrechísimos marcajes: antes del partido y durante el calentamiento les atacan con la primera tanda de preguntas. En el descanso bajan con ellos a los vestuarios y les acompañan, incluso, cuando se están duchando. Son unos fieles seguidores que acampan detrás de la portería y que saltan al terreno de juego cuando el menor signo de drama aparece.

Estos métodos, que en Brasil son aceptados por jugadores y medios, están generando un gran problema en Estados Unidos. Las autoridades de este país están preparadas para cualquier tipo de contingencias, incluidos terremotos y otros desastres naturales, pero la avalancha de los periodistas brasileños les ha sobrepasado.

El primer incidente surgió la semana pasada en el amistoso que enfrentaba a las selecciones de Honduras y Brasil, cuando al finalizar el partido, el entrenador brasileño, Carlos Alberto Parreira, se dispuso a dar la rueda de prensa. La organización americana había dispuesto una pulcra sala para la ocasión y establecido un riguroso orden de preguntas. Parecía que todo iba a ser pura rutina. Pero cuando el seleccionador brasileño entró en la sala, los periodistas de su país se lanzaron sobre él, ante el estupor de sus colegas americanos que los miraban gesticulantes y levantaban las manos en un infrutuoso intento de hacer sus preguntas.

La segunda y más grave disputa tuvo lugar el domingo 12 de junio, después del encuentro entre Brasil y la selección de El Salvador. Se había estipulado que los periodistas brasileños tendrían acceso a los vestuarios de sus compatriotas. Sin embargo, la pelea surgió cuando los guardias les impidieron acercarse a los jugadores. Periodistas y personal de seguridad intercambiaron puñetazos y patadas. Los unos se echaron sobre los otros, en una curiosa melé de la que pocos salieron indemnes.

Las quejas no han tardado en maniestarse por parte de los periodistas brasileños: para Mauricio Guedes, enviado especial del diario O Dia de Rio de Janeiro, la brutalidad y la violencia que exhibió la policía norteamericana se diferenció muy poco de la que gastan los agentes en su país. Deni Menezes, de Radio Globo, afirmó que en Brasil los periodistas están acostumbrados a entrevistar a jugadores cuando celebran un gol u organizan una barrera. Menezes entiende que es algo asumido por todos, por lo que sus relaciones con los jugadores son muy buenas. En general los periodistas reconocen que son bastante agresivos. Wanderley Rizzo de la Radio Joven Panamericana añade: "Lo tenemos que ser. La gente de Brasil quiere oír lo que los jugadores y Parreira piensan en cada momento". Y apostilla: "Los brasileños están en una situación muy difícil y por el momento no hay nada que les pueda dar tanta felicidad como el fútbol".

Lo cierto es que, la determinación de los medios de comunicación se está demostrando día a día: a pesar de que las entrevistas a pie de campo están prohibidas, los periodistas brasileños han conseguido burlar a los guardias de seguridad y pasar a los terrenos de juego pertrechados con teléfonos inalámbricos y grabadoras. El marcaje a los jugadores llega a tal extremo que, incluso en las salidas nocturnas, llevan una pequeña escolta de periodistas que no se pierden ni uno de sus movimientos. En este sentido, la convivencia entre periodistas y jugadores no es tan buena. Así lo ha expresado el ex-jugador del Real Madrid, Ricardo Rocha: "me quedé lívido cuando la otra noche me di cuenta que un grupo de reporteros me estaban siguiendo".

En la selección de Brasil, las miradas siguen centradas en el delantero del Barcelona, Romario. Los brasileños no salen de su sorpresa ante la humildad franciscana que parece haberse apoderado súbitamente del astro mayor de su selección de fútbol desde su llegada a Estados Unidos. Dirigentes, miembros de la comisión técnica y cronistas deportivos comentan, entre sorprendidos e incrédulos, la actitud modesta y discreta que está mostrando ahora el goleador del campeonato español, en vivo contraste con su comportamiento habitual.

El domingo pasado, cuando un reportero de la televisón brasileña le preguntó cuál sería, a su juicio, la mejor formación para su equipo, se limitó a responder: "Pues no lo se; quien decide eso es el director técnico".

Un periódico carioca observó la semana pasada que "Romario se muestra cada vez más maduro", al comentar el gesto del jugador cuando celebró un gol de Bebeto en el reciente amistoso ante Honduras.

De hecho, la antigua rivalidad entre los goleadores del Deportivo de La Coruña y del Barcelona parece haberse esfumado desde que ambos llegaron de España. Bebeto, poco después de desembarcar en Río de Janeiro, reconoció a Romario como "uno de los grandes del fútbol brasileño de todos los tiempos" y aseguró que las relaciones entre ambos son excelentes. Sin embargo, pocos creen que Romario haya cambiado tanto en tan, poco tiempo.

Al llegar de Barcelona para incorporarse al selección brasileña, Romario fue el último en presentarse ante el director técnico Carlos Alberto Parreira. Cuando las radios cariocas entrevistaban al jugador en la playa, Parreira se veía obligado a fingir que no sabía si Romario ya estaba en Brasil.

Para el veterano Ricardo Rocha, "no importa cuándo llegó Romario, sino cómo llegó; lo fundamental es que se sienta seguro y con la mente dirigida hacia el grupo". Por su parte, el máximo goleador de la última Liga española lo tiene bastante claro: "Sé que soy un tío difícil; es porque soy un tío auténtico. Si no digo lo que siento no logro dormir de noche".

La cerveza de Romario

¿Qué ocurre cuando Romario levanta el dedo anular de su mano derecha? Que algún defensa se ha tragado su cintura y parpadea el marcador electrónico, símbolo inequívoco del gol. ¿Un gesto instintivo de un controvertido personaje? No, es la imagen de una cerveza brasileña llamada Brahma, que también consumen Raí y Bebeto, que han suscrito un contrato publicitario con esta firma. Nada de particular. A las puertas de un Mundial la publicidad inunda los bolsillos de las estrellas. Nada de particular si no fuera por que a la torcida brasileña la cerveza de sus ídolos le ha mutilado el juego de su selección. Por televisión pueden ver la banda derecha, donde están los anuncios de Brahma, pero no la izquierda, donde se promociona Antártica, otra cervecera. En los últimos amistosos jugados por. Brasil, casualmente la televisión carioca obvió la zona izquierda del campo. Además, Brahma, que no figura entre los patrocinadores oficiales del Mundial, pobló las gradas con camisetas y símbolos del famoso dedo de Romario. La FIFA ha advertido muy seriamente a Brahma y a la televisión brasileña: Coca-Cola tiene la exclusiva mundialista de la selección brasileña y si continúa el pirateo de Brahma prohibirá las retransmisiones. ¿Cortarán el dedo a Romario?

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