Y el voto europeo
LAS FUERZAS conservadoras, y en algunos casos las variantes más extremas del populismo, han avanzado en las elecciones europeas en los grandes países de Europa occidental, con la excepción del Reino Unido. En Francia, los partidos de la mayoría, gaullistas y giscardianos han obtenido conjuntamente la victoria con algo menos de un 30% de los votos, pero viendo, preocupantemente, cómo dos partidos de la xenofobia, La otra Europa del ultra católico Philippe de Villiers y el Frente Nacional de Le Pen, les taloneaban sumando por encima del 20% de los sufragios. Los socialistas de Rocard se hundían en el desastre con apenas el 15%.En Italia, la heterogénea mayoría de Gobierno que dirige el populista conservador Silvio Berlusconi se aproxima al 30% de votos contra apenas el 21% que obtuvo en las legislativas de marzo. Sus aliados neofascistas siguen ganando escaños, y el nuevo socialismo de Achille Occhetto, si bien se mantiene como segundo partido del país, retrocede sobre su 20% de las legislativas.
Y en Alemania, donde los socialdemócratas figuraban según las encuestas en buena posición para igualar o superar a los democristianos de Helmut Kohl, han quedado a unos 6 puntos de ese rotundo 40% alcanzado por el incombustible canciller. El excelente resultado del partido gobernante ha secado de votos a la extrema derecha, que vuelve a bucear hacia la nada.
La victoria laborista en Gran Bretaña, que adelgaza dramáticamente las posibilidades de John Major de seguir al frente del partido conservador y del Gobierno, y los resultados de los partidos socialistas en países de menor peso como Portugal y Grecia, no deterioran la imagen de una gran progresión global de la derecha. Los partidos socialistas defendían 198 puestos de los 567 del nuevo Parlamento de Estrasburgo, contra 162 de democristianos y allegados, es decir, sin computar las extremidades de la derecha. Las nueva cámara registrará, cuando menos, un fuerte estrechamiento de esa diferencia.
¿Será fundamentalmente diferente la cámara, así elegida? Sí, en cuanto al margen de maniobra socialista que, sin embargo, había de contar en numerosas ocasiones con el apoyo condicionado de sus rivales demócratacristianos. Ahora, el basculamiento de intereses puede ser el mismo, pero con el eje mucho más a la derecha y, muy especialmente,. si a sus escaños añadimos el paquete ultraliberal de Berlusconi.
Otro resultado, de no menor importancia para el futuro europeo, se dió ayer en Austria. Todas las encuestas que auguraban una lucha codo a codo entre partidarios y adversarios de la integración se han despeñado allí por el barranco del más inconfortable de los ridículos. El reférendum que debía abrir el camino para Austria hacia la Unión Europea, a partir del 1 de enero de 1995, ha sido una victoria aplastante para el sentimiento comunitario. Y el primer efecto de esta victoria del sí a Europa por dos tercios de los sufragios, y una magnífica participación del 81%, es la positiva presión sobre las consultas a celebrar en otros tres países candidatos, Finlandia, Suecia y Noruega. Austria ha depositado en la urna un inequívoco sufragio de fe en Europa.
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