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Dramático llamamiento del canciller Vranitzky a los austriacos para que voten hoy a favor de Europa

Miguel Ángel Villena

Alrededor del 70% de las importaciones austriacas proceden de los países de la Unión Europea (UE) y un 60% de las exportaciones de esta república alpina tienen como destino el Club de los Doce. Entre el orgullo por una neutralidad muy estable y el temor a perder sus cotas de bienestar, la campaña del referéndum para el ingreso de Austria en la UE ha abierto amplísimos espacios para la demagogia. Mientras los sondeos reflejan un virtual empate entre partidarios del sí y del no, el Gobierno de coalición de socialdemócratas y democristianos que encabeza el canciller Franz Vranitzky ha lanzado un dramático llamamiento a favor del voto a Europa. "Europeos ya somos, austriacos permaneceremos", reza la propaganda del sí bajo el plomizo cielo de Viena en un fin de semana casi invernal.Pero los detractores de la UE, agrupados curiosamente en la extrema derecha del liberal Jörg Haider y en los verdes, han utilizado todos los recursos disponibles. Incluidas las cochinillas de los yogures españoles. Con un mensaje abiertamente xenófogo y racista Haider ha mostrado el colorante de unas cochinillas de color tan oscuro como los cabellos de los meridionales europeos a modo de un símbolo de afirmación austríaca. Da igual que este insecto sea utilizado como colorante en bebidas. y jarabes que se venden, legalmente en Austria. "Yogures españoles con cochinillas en lugar de frutas es lo que nos espera si entramos en la UE", ha bramado el líder ultra. La historia sonaría a anécdota intrascendente si no fuera porque el mensaje ha calado en esa Austria profunda que concedió entre el 15% y el 20% de los votos al Partido Liberal de Haider en las últimas elecciones municipales o legislativas.

El presidente austríaco, Thómas Klestil, ha apelado en un mensaje televisado a la "valentía, amplitud de miras y sentido de la responsabilidad" de sus conciudadanos para pedir que apoyen hoy el ingreso. Unos 5,7 millones de austríacos están convocados a las urnas para tomar una de las decisiones más trascendentales de su reciente historia.

Tras casi medio siglo de neutralidad y de jugar un papel de puente entre los dos bloques durante la guerra fría, estos alemanes del sur buscan desesperadamente un nuevo lugar en el viejo continente. En las calles de la imperial Viena las banderas de propaganda de la UE también apuntan como reclamo a países vecinos como Hungría, la República Checa o Eslovaquia. Los analistas políticos destacan la decisiva aportación que Austria puede hacer al ensanchamiento de la UE hacia el Este. Una eventual victoria del no, señalan fuentes gubernamentales, desestabilizaría aún más el complejo mosaico del centro de Europa. De otro lado, la negativa austríaca a la UE tendría un efecto dominó sobre los próximos referendos en Suecia, Finlandia y Noruega.

Desde el Gobierno, los sindicatos y las organizaciones patronales se invocan las penas del infierno y el aislamiento si el país apuesta por un modelo suizo alejado de los organismos supranacionales. Por el contrario, desde las filas del no los fantasmas del aumento del paro, el deterioro del medio ambiente o las oleadas de refugiados vienen a añadirse a la estrategia de las cochinillas.

Nadie se atreve a ofrecer un pronóstico sobre el resultado del referéndum de hoy. Un 38% de indecisos espera a tomar una resolución atendiendo al sol o a la lluvia de la jornada electoral.

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