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Entrevista:

"Tenemos el deber de devolver la ética a la política"

Mario Vargas Llosa se ha sentido siempre en la obligación de participar en la vida pública, desde uno u otro lado de la barrera. En su nuevo libro, Desafíos a la libertad, se plantea, propone y reflexiona sobre la cultura, la política, la economía, la vida... del siglo XXI.

Mario Vargas Llosa va, como siempre, a 150 kilómetros por hora. Acaba de dar un curso en la Universidad de Georgetown, en Washington; ha presentado en esa ciudad la traducción al inglés de su libro de memorias El pez en el agua; luego, en Nueva York; después, en Miami; ayer, en Londres, y mañana estará en España. El martes se enfrentará en la Casa de América, en Madrid, a un duelo verbal con el periodista y escritor Juan Luis Cebrián. Presentarán así sus nuevos libros. El primero, Desafios a la libertad; el segundo, El siglo de las sombras. Ambos volúmenes, editados por El País / Aguilar, recogen textos publicados en este diario, y también inéditos en el caso de Cebrián. Dos primeros espadas discutirán sobre los ternas que abordan sus libros (la cambiante situación política del rnundo, el futuro de la cultura en el siglo XXI ... ) desde dos puntos de vista diferentes.

Pregunta. Usted ha seleccionado los artículos que integran Desafíos a la libertad de tal manera que el libro no es una simple reunión de textos, sino una unidad, incluso con un hilo conductor.

Respuesta. Sí, me ha dado mucho trabajo. Partiendo de temas como el nacionalismo o el poscomunismo, he llegado a un denominador común: los desafíos de la cultura de la libertad, después de la caída del muro y de la desaparición del tradicional adversario comunista.

P. ¿Son artículos periodísticos o ensayos?

R. Están a medio camino. Cuando empecé a escribir esta serie no quise ligarla totalmente a la actualidad, aunque sí utilizarla para llegar a una reflexión más amplia.

P. No en vano cita en su prólogo a Josep Pla.

R. Soy un gran admirador de Pla. Es uno de los más grandes escritores españoles. Su obra inuestra una curiosidad infinita. Fue periodista, escritor, ensayista, viajero, aventurero, escribió en catalán y en castellano y no temió luchar contra corriente. No coincido con algunas de sus Ideas; por ejemplo, el estar junto a Franco durante Ja guerra civil, pero reconozco que es un gran pensador, con sus raíces hundidas en la actualidad

P. Usted rescata ideas y valores liberales para enfrentarse a lo que Pla llamaba "la confusión contemporánea".

R. Pla dijo que Sartre es uno de los autores que más han contribuido a la confusión contemporánea, una definición que me ha quedado para siempre. Este es el tipo de periodismo que trato de emular.

El gran reto

P. Uno de los temas que más le excitan es el nacionalismo.

R. Es el principal desafío de la libertad en el mundo contemporáneo. Tiene unas manifestaciones malignas, como la limpieza étnica en Bosnia, y otras más benignas, como la excepción cultural. Pero en ambos casos es la misma formulación antihistórica que pretende cerrar el paso a la internacionalización de la vida moderna y a la universalización de la cultura. Es el verdadero debate público tras el comunismo y uno de los principales retos que se plantean ante el siglo XXI. Los Intelectuales tenemos un papel que jugar ahí.

P. El hispanista británico John Lynch afirmó hace poco, refiriéndose a la Unión Europea, que la historia enseña que los pueblos luchan por sus intereses nacionales.

R. No soy tan pesimista. Creo que la UE es realizable. Se han dado ya pasos muy importantes. Nadie quiere un mundo uniforme y, la Unión respetará las distintas tradiciones culturales, las diversas idiosincrasias, pero al mismo tiempo tendrá un denominador común: Europa. Sí, es perfectamente alcanzable.

P. Otro de los temas recurrentes de su libro es la relación entre ciencia y humanidades.

R. Ya no es posible vencer la complejidad de la ciencia con las humanidades. La ciencia ha adquirido tal grado de complejidad que el hombre de cultura media no puede acceder a ella. Y lo que está claro es que debemos preservar las humanidades para salvar la civilización del sacrificio y del deterioro. Si no lo logramos, la civilización entrará en un periodo de decadencia irreversible. En EE UU, la técnica y la ciencia han conseguido tal nivel de desarrollo que se empieza a observar un claro declive de las humanidades. Es muy peligroso de cara al futuro. Y si este modelo se traslada a Europa aún será más inquietante. Perderemos ese denominador común que ha construido la civilización, Y la ciencia quedará en manos de especialistas, aislados e incomunicados.

P. También da usted muchas vueltas a lo que pasa con la alta cultura y la cultura popular.

R. Hay momentos excepcionales en que la alta cultura y la cultura popular coinciden. Por ejemplo, en el siglo XIX, cuando se produce una forma superior y al mismo tiempo asequible para el gran público: Dickens, Víctor Hugo, Balzac fueron grandes escritores y al. mismo tiempo supieron divertir a todo tipo de lectores. Ahora, cada vez es mayor la divergencia entre lo que llamamos la alta cultura y la popular. Es un problema que compartimos todos, el mundo desarrollado y el subdesarrollado.

P. ¿Qué se puede hacer?

R. Es un desafío al que no encontramos respuesta. Hay excepciones, un libro, una obra de teatro... que logran establecer el puente entre ambas culturas, pero son sólo eso, excepciones. Lo habitual, sobre todo con el desarrollo de los medios audiovisuales, es que el divorcio se acentúe. Las grandes fuentes de entretenimiento van por un camino y la alta cultura corre el riesgo de quedar encerrada en un circuito.

P. Ya tiene la nacionalidad española y es miembro de la Academia, ¿piensa pronunciarse sobre la política de nuestro país?

R. Cuando esté viviendo en España sí pienso participar en la vida política y social española. Ahora no es aún el momento.

P. ¿Vivirá en España?

R. Sí, desde luego; siempre pensé en ello, en pasar largos periodos. Y más ahora que me han elegido miembro de la Real Academia.

P. ¿Se tomará en serio el trabajo en la Academia?

R. Claro. Pienso participar bastante. Otro de los motivos de este viaje es hablar con Fernando Lázaro Carreter para concretar la fecha de mi ingreso. Espero que no sea antes de fin de año, pues quiero preparar muy bien el discurso.

P. ¿Está usted al tanto del funcionamiento de la Acaderni0

R. Tengo entendido que antes era más conservardora, pero, por lo visto, ahora están muy lanzados, quizá demasiado; incluso han eliminado letras del alfabeto. La elle, por ejemplo. ¡Han decapitado mi apellido!

P. Ha experimentado todos los géneros, novela, teatro, ensayo literario, político, ¿qué le falta?, ¿la poesía?

R. Me queda todo. En literatura uno no se jubila. Pero, como decía Borges, en poesía sólo se admite la excelencia.

P. ¿Qué conserva de sus ideales de juventud?

R. Muchas cosas. La idea de la justicia, por ejemplo. O la ética. La democracia goza de buena salud tras el poscomunismo, pero ya aparece una nueva crisis: corrupción, cinismo, falta de credibilidad de las instituciones democráticas y de la clase política. Tenemos el deber de devolver la ética a la política y a la economía.

P. Algunos de sus artículos son considerados casi una provocación.

R. No lo es, al menos deliberadamente. Lo que pasa es que hablo con mucho calor y nunca a media voz. Pero jamás es un exabrupto.

P. ¿No fue un exabrupto la carta que dirigió a la revista Ajo blanco cuando le dieron el premio a la Jeta Cultural?

R. Contesté en broma, con mucho humor, en vena risueña. Me sorprende que muchos se lo tomaran en serio.

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