Colombia quiere lavar su imagen
El presidente Gaviria 'venderá' en la cumbre de Cartagena un país rico, estable y abierto al exterior
ENVIADO ESPECIALColombia quiere cambiar de imagen. Está harta de que la identifiquen con guerrilla, narcotráfico y violencia urbana o rural y reivindica que es, sobre todo, el país-continente con grandes posibilidades de desarrollo turístico, meca de inversionistas a los que se da toda clase de facilidades, económica y monetariamente estable y poseedora de enormes riquezas naturales. Por eso, monta en cólera su ministra de Exteriores, Noemí Sanín de Posada, cuando un informe de Amnistía Internacional señala estremecedoras violaciones de derechos humanos procedentes del aparato estatal. Por eso asumirá el regalo envenenado de la presidencia del Movimiento de los No Alineados. Tal vez por eso, aparte su legítima ambición política, el actual presidente, César Gaviria, aspiró a la secretaría general de la Organización de Estados Americanos (OEA) y, gracias al empujón de Bill Clinton, la logró. Y ahora mismo, tiene delante otro reto, con nombre, fecha y escenario: IV Cumbre Iberoamericana, 14 y 15 de marzo, Cartagena de Indias. Un escaparate que no puede desaprovechar el país de los 26.000 homicidios al año a sólo unos días de que, el día 19, se elija nuevo presidente.
Esta ciudad, sin duda la más hermosa de Colombia y una de las más tranquilas, vive a su apacible pero dinámico ritmo caribeño los preparativos de una reunión que, tal vez, como las tres anteriores, medirá más sus resultados por el acercamiento personal y político de los líderes participantes que por la importancia real de los acuerdos.
El organizador de la cumbre, Fernando Panesso, tiene dos grandes preocupaciones: la primera, la lluvia. Lo mismo puede lucir un sol espléndido que caer chuzos de punta que arruinen los actos al aire libre, que serán todos, excepto las reuniones a puerta cerrada de los 23 jefes de Estado o de Gobierno. La segunda, como la de todo colombiano, es la actuación de la selección en el Mundial de fútbol, auténtica cuestión de Estado. Todo está a punto, o casi, desde el centro de convenciones hasta el programa de las primeras damas. Luis Villanueva, arquitecto de la cooperación española, director de proyectos del Programa de Preservación del Patrimonio Cultural de Iberoamérica, que en dos años se ha enamorado de esta ciudad-joya de la arquitectura colonial, dirige la restauración del convento de los jesuitas, uno de los frentes más espectaculares del recinto amurallado, que se convertirá en museo naval. Su esperanza es que el último obrero que salga de la obra, una vez concluida, no se cruce con el primer jefe de Estado que entre a inaugurarla.
El tema oficial de la cumbre es El comercio y la integración como factores de desarrollo económico. Como destaca el embajador de España en Colombia, Carmelo Angulo, tendrá un alto contenido económico y se concentrará en el estudio de los procesos de integración de América Latina, con reuniones del G-3 y el Pacto Andino, entre otros grupos y con estudio, por ejemplo, de las posibilidades de extender el modelo del Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, Canadá y México. "Se busca un espacio económico de primera magnitud, semejante al europeo, un mercado propio e interno de América Latina, además de abierto al mundo", señala Angulo. Y con España (y Portugal) de puentes con la UE. Como dijo Jacques Delors, presidente de la Comisión Europea, lo malo que tiene que España esté en la UE es que cada día recuerda que existe América Latina". El presidente colombiano, César Gaviria, reconoce también que los dos países europeos "sirven de bisagra con la UE".
Para Belisario Betancur, ex-presidente colombiano y gran amigo de España y lo español, "lo importante es que en estas reuniones se crean unos canales de comunicación que un día pueden ser muy útiles a la hora de intentar resolver una crisis en cualquier país del subcontinente". Porque entonces suenan los teléfonos y dos presidentes se hablan de amigo a amigo, lo que a veces funciona. Y a veces no.
El gran reto es que no quede todo en declaraciones pomposas y retóricas. Y el gran peligro, tal vez inevitable. Para más inri, le ha salido a esta cumbre un competidor temible: la reunión hemisférica convocada por el presidente norteamericano, Bill Clinton, para diciembre, con los mandatarios de los países democráticos del continente. O sea que no estará Haití. Ni Cuba. Fidel Castro querrá sacarse la espina en Cartagena, con el viento a favor.
Como siempre, Fidel será el protagonista, para mal y para bien, más para aclamaciones que abucheos, porque aquí tiene un cartel magnífico. Y un gran amigo, Gabriel García Márquez, que ha homenajeado a la ciudad en Del amor y otros demonios y se ha comprado un terreno para construirse una casa (la segunda) junto al convento de Santa Clara, escenario clave del relato y ahora en trance de convertirse en hotel de cinco estrellas.
¿Habrá foto de Fidel con Gaviria, Carlos Salinas de Gortari, Felipe González y Gabo? No sería de extrañar.
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