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Los refugiados de Ruanda ahondan el caos en Burundi

Alfonso Armada

La esperanza se truncó para Burundi. el pasado 21 de octubre cuando estallaron disturbios étnicos entre hutus y tutsis. Nuevos refugiados de Burundi se sumaron al millón de personas que sobrevive en condiciones agónicas en los países limítrofes. Su destino, unido al de centenares de miles de muertos y desplazados en la guerra que sufre la vecina Ruanda, ha convertido el centro de África en un nuevo matadero. Ayer las tropas rebeldes de Ruanda, mayoritariamente tutsis, detuvieron una ofensiva del Ejército gubernamental, hutu, en los alrededores de la capital, Kigali.

Con el asesinato de Melchior Ndadaye, presidente de Burundi, el 21 de octubre se truncó un experimento de convivencia interétnica, como recuerda su viuda, Laurence Ndadaye, que ha sido invitada por la sección española de Amnistía Internacional (Al) para tratar de evitar que las matanzas de Ruanda se repitan en Burundi. Para Juan Vázquez, de Al, "la causa fundamental de las matanzas en Ruanda y Burundi es la impunidad de que disfrutan los responsables de centenares de miles de crímenes, lo que ha llevado a las víctimas a tomarse la justicia por su mano".Tras la muerte de Ndadaye, que intentó que la mayoría hutu (85%) y la minoría tutsi (14%) compartieran el poder en Burundi, cerca de 200.000 personas fueron asesinadas, según varias organizaciones humanitarias. "Nuevos refugiados engrosaron los campos levantados en el interior de Burundi y Ruanda, Tanzania y Zaire, donde se hacinan en condiciones infrahumanas un millón de personas", asegura Laurence Ndadaye.

La viuda de Ndadaye teme que la calma tensa que soporta Burundi estalle a causa de la sangría de Ruanda. Laurence Ndadaye dice que la "injusticia social" que padece la mayoría de los habitantes de Burundi y la composición del Ejército -el 95% de cuyos efectivos son tutsis- y su tutela del poder ejecutivo impiden la convivencia en Burundi.

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