Ganar alguna vez
Perdido por perdido
Dirección y guión: Alberto Lecchi.
Fotografía: José Luis García. Música: Julián Vat. Producción: Cipc
Fridrnan para Negocios
Cinematográficos, Argentina, 1993. Intérpretes: Ricardo Darín. Enrique Pinti, Carolina Papaleo, Ana María Picchio. Estreno en Madrid: Rialto y Paz.
Adolfo Aristarain, que es no sólo uno de los mejores directores argentinos actuales, sino también el que más y mejor ha bebido de las fuentes del cine clásico americano, ha ido creando con los años toda una galería de perdedores ilustres, que arranca en La parte del león, continúa en Tiempo de revancha y en Ultimos días de la víctima y tiene su verdadero estallido de genio en esa joya que es Un lugar en el mundo, no una revisitación del thriller, sino un western desarraigado... pero esa es ya otra historia.Colaborador de Aristarain en el guión de este filme prodigioso, como también lo fuera antes, como asistente, en Ultimos días ...el también argentino Alberto Lecchi ha elegido para debutar en la realización un tema de los que gustan a su maestro: una historia de pobres tipos que no luchan por algo heroico, sino por la mera subsistencia, hasta que inopinadamente se descubren peleando por la propia vida.
En la Argentina de hoy mismo, una joven pareja que vive por encima de sus posibilidades se mete en líos económicos que le llevarán, entre otras cosas, a vender su alma a un Mefistófeles que se parece mucho a un gangster de baja estofa. Mefisto es, en esta ocasión, sólo un esbirro, un eslabón mas en la cadena de los servidores de un poderoso grupo inmobiliario -financiero que, gracias a la impunidad policial, comete importantes estafas contra pobres tipos como nuestros protagonistas.
0 dicho de otra manera, que lo que cuenta Perdido por perdido guarda íntima relación con la historia del sindicalista de Tiempo de revancha y con la del desgraciado que descubre el botín de un robo en La parte del león, pero también con Ultimos días..., por lo que tiene de denuncia de la corrupción económica y de la vieja relación entre delito y negocios al más alto nivel que ha sido siempre, en Hollywood, uno de los motores del viejo cine criminal.
Pero la Argentina de hoy es, por fortuna, diferente a la de la dictadura que plasmara Aristarain en sus películas, y Lecchi no quiere que sus criaturas sean otra vez víctimas de una Historia que escriben otros para que ellos sufran... Dejemos aquí las cosas, no vaya a ser que arruinemos la función al respetable, y digamos nada más que, a diferencia de lo que ocurre en los filmes de Aristarain, se hecha a faltar en el de su ex-ayudante algo de la tensión moral y del orgullo ultrajado y peleón, la para algunos arcaica pero siempre efectiva moral del perdedor, lo que lastra un tanto un filme que, en cambio, se aguanta muy bien como simple ficción criminal , con final sencillamente sorprendente.
Contribuye a ello un guión bien construido, una puesta en escena casi siempre convencional pero efectiva, y sobre todo unos actores extraordinarios. En especial -y su espectacular cambio de registro es un matiz que el espectador español perderá irremisiblemente-, ese cómico ácido y genial que es Enrique Pinti, el ex-policía que intenta una victoria contra toda lógica, y que interpeta ahora un papel por completo diferente al que le ha dado fama y respeto, el del one man show que, desde hace años, ha venido retratando en la escena teatral porteña los peores tics de su sociedad y su tiempo, retratos de personajes tal vez no muy diferentes de los que Lecchi muestra en ésta, su sólida ópera prima.
Babelia
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