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Virtual empate en las presidenciales de Colombia entre Samper y Pastrana

Juan Jesús Aznárez

No debe extrañar que, en una nación encomendada al Sagrado Corazón como Colombia, la intercesión del Niño Jesús de la Iglesia Veinte de Julio de Bogotá haya sido invocada históricamente por muchos aspirantes a la jefatura del Estado. Andrés Pastrana, candidato conservador en las elecciones presidenciales de ayer, acudió, al templo por la mañana. No lo hizo el candidato liberal, Ernesto Samper, aunque los santos oficios precedieron en campaña varias de sus soflamas. Escrutado el 8% de los votos del total nacional, Samper. contaba con 201.530 votos favorables mientas que Pastrana le iba ligeramente a la zaga con 183.843.

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Uno de los dos será presidente, ya que el tercero en discordia, el ex guerrillero Antonio Navarro Wolf, candidato de la Alianza Democrática M-19, sólo alcanzaba 20.016. Los resultados en Bogotá, la capital del país también apuntaban una ligera ventaja del liberal Samper. Cuando el recuento alcanzaba cerca de un tercio de los votos, Samper sumaba 135.786 y Pastrana 118.252. Todo indica que será necesaria una segunda vuelta. Aunque pudieron votar 17 millones de personas, lo habrán hecho menos de la mitad.No es gratuita esa alusión religiosa porque la Iglesia y su doctrina influyen grandemente en este país latinoamericano de 34 millones de habitantes que, con 200.000 miembros de las fuerzas de seguridad en alerta, eligió entre una terna de 18 contendientes al sucesor del liberal César Gaviria. El presidente votó poco depués de las ocho de la mañana y declaró que todo se desarrollaba con normalidad. Policía, Ejército, Marina y Fuerza Aérea, por ley, no tienen derecho a voto en unos comicios, celebrados sin las bombas y asesinatos de hace cuatro años y con virtual empate entre Samper y Pastrana en la intención del sufragio.

Isabel Vega, de 53 años, madre de tres niñas, domiciliada en Ciudad Bolívar, el sur más deprimido de Bogotá, reconocía que pensaba votar por Pastrana porque siendo ella profundamente católica estaba segura de que "con Andrés el comunismo nunca llegará a este país". Ricardo Arango, estudiante de Economía, escuchó las propuestas de los dos favoritos "y de otros charlatanes que también hablan por televisión". "Lo que más me llama la atención es la falta de preparación a nivel económico de Pastrana. No tiene ni idea. Me parece que Samper tiene más ideas sobre todos los temas", comentaba.

El candidato conservador, de 39 años, cuya insistencia en mayores inversiones en educación fue una de las promesas de gobierno dignas de aplauso, efectuó la víspera un último esfuerzo. Reconoció progresos durante el último Gobierno liberal, pero advirtió que mientras Colombia continúe estigmatizada por la violencia no se desarrollará plenamente. "No vacilaré como presidente en aplicar la ley".

"Lo peor de la campaña"

En una conferencia de prensa con corresponsales extranjeros, Ernesto Samper, de 43 años, denunció el "capitalisino salvaje de Pastrana, como el de la Thatcher o Reagan", y defendió la mayor solidaridad del suyo. "La actitud de Ernesto Pastrana de incorporar a su programa mis propuestas y confundir al electorado fue lo peor de la campaña". "Para él", afirmó, "las variables sociales no son sino un complemento de las económicas".Jorge Child, autor del libro Fin del Estado y uno de los analistas más respetados del país, votó en blanco y pronostica una abstención cercana al 70%. "No encuentro una opción válida o deseable", dijo a este periódico el veterano columnista de El Espectador. "Deberíamos aplicar una combinación de opciones".

"El neoliberalismo ha logrado imponer un conformista unanimismo. Por eso, en estas elecciones lo mismo da el uno que el otro. Los dos son neoliberales. El primero (Samper), atemperado, y el segundo (Pastrana), acelerado", dice Child, que lamenta que al no observarse alternativas políticas de cambio las preferencias del electorado se guíen por caprichos y banalidades.

Wolf, candidato de la Alianza Democrática M-19, tampoco representa una posibilidad porque se aferró a los dos temas clásicos de los políticos sin programa: la ecología y la corrupción. Piensa Jorge Child que un ex revolucionario que no proponga cambios radicales en las políticas sociales y económicas y en las estrategias de paz "no está en nada o está totalmente del otro lado".

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