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CÓRDOBA

Para todos los gustos

Antonio Lorca

Hubo toros para todos los gustos y casi todos para triunfos apoteósicos, que los toreros aprovecharon de desigual manera. Litri se mostró valiente, experimentado e ilusionado. Triunfó a su modo y su labor fue meritoria; mejor en su primero que con el bravo quinto. Jesulín cortó dos orejas, pero no triunfó. Estuvo muy por debajo de las magníficas cualidades del tercero de la tarde. Y fracasó Ortega Cano, que se deslizó por el filo de la navaja del ridículo.Lo mejor de Litri fue su actuación ante su primer toro, un manso violento que, de salida, pretendió hacerse con el mando en la plaza. El torero le plantó cara bravamente, valiente, sin dudas, con el capote, y lo dominó en la primera serie con la mano derecha en el tercio final. El animal entendió el mensaje y, a partir de entonces, brilló el toreo templado y largo de un Litri sorprendente, sobre todo, por naturales. En el quinto, pero su labor fue muy diferente. El toro, bravo, exigía una muleta menos violenta y más templada. Litri pecó de rapidez y sólo consiguió algunos momentos estimables. El primer toro de Jesulín aún está embistiendo y el torero no ha dicho nada mientras lo intenta por derechazos y naturales. El animal se rebosaba en la muleta, mientras el torero se entretenía en dictar toda una lección de vulgaridad. Al final, con una ración gastronómica de tortilla francesa y española, circulares y algunos parones bien vendidos, consiguió el premio exagerado de las dos orejas. En el sexto, lo intentó de nuevo, pero el toro se paró y no le permitió el lucimiento.

Domecq / Ortega, Litri, Jesulín

Tres toros de SantiagoDomecq (2º 3º y 4º), mansos; dos Javier Pérez Tabernero, 5º bravo, 6º parado; sobrero de Cayetano Muñoz, encastado. Ortega Cano: pitos; aviso y pitos. Litri: oreja; aviso y oreja. Jesulín de Ubrique: aviso y dos orejas; ovación. Plaza de Córdoba, 29 de mayo. última de feria.

Ortega Cano, por lo visto en Córdoba, ha perdido el sitio, las ideas, el valor, la técnica, la ilusión, y está a punto de perder los papeles. Su primero fue un toro de puerta grande, al que no entendió ni por el forro. Aún debe estar buscando el sitio para torearlo. Y naufragó ante el cuarto, un manso huidizo. Pesado, torpe y encarado con los que le recriminaban, Ortega Cano quiso y no pudo. Evidenció con descaro su mal momento.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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