_
_
_
_
_
Entrevista:

"Quiero dejar de ser una victima como lo son muchas mujeres"

El refrán "segundas partes nunca fueron buenas" se cumple especialmente en el mundo discográfico. Un artista irrumpe con su primer álbum, es novedad, se pone de moda y llega muy alto, pero con el segundo su figura y sus ventas pueden caer en picado. Christopher Cross, Tracy Chapman, Nick Karnen o Color Me Badd son algunos ejemplos internacionales, y Tori Amos (29 años, Carolina del Norte, Estados Unidos) es la excepción: su segunda publicación Under the Pink ha superado ya con creces el millón de ejemplares del anterior, Little Earthquake y sólo en Europa ya alcanza los 600.000, todo un fenómeno para una artista nada convenecional, más bien compleja, de voz poderosa, dulce o agresiva, una pianista virtuosa cuyas composiciones, su estructura, sus melodías y armonías se salen del canon con textos profundos, quizá demasiado alegóricos y difíciles para audiencias no angloparlantes.En The Waitress, Amos trata de la violencia cotidiana, en las pequeñas, en las cosas más tontas y "también es un poco eso de ven aquí, Dios, siéntate, tómate una taza de té, relájate. Tenemos algunas cosas que discutir sobre lo humano más que lo divino'. Es como si yo tratara a Dios como mi amante". En Icicles, canta que se está masturbando y en directo llega a representarlo restregándose. sobre las teclas. Hace tres años su vídeo rompedor Crucify ya logró estremecer preguntándose aquello de: "¿Por qué cada día nos crucificamos a nosotros mismos?". Tori Amos esta hoy en España para actuar ante los medios de comunicación.

Sus recitales en Alemania, Suecia, Noruega, Francia, Bélgica, Italia o Reino Unido han causado largas colas de público que al final se ha quedado sin poder asistir al arte sensual y a las charlas polémicas de una mujer con su piano. "Soy muy selectiva con lo que me llevo a la boca", frases tan provocativas son titulares de revistas y diarios europeos.

Tori Amos, hija de un pastor metodista y de una madre de sangre cheroki, ingresó con cinco años en el Conservatorio Peabody de Baltimore, pero su empeño en tocar de oído causó su expulsión del centro. Los días escolares tampoco le gustaron.

Pregunta. ¿Una niña rebelde?

Respuesta. Creo que todos aquellos días eran malos, porque yo realmente quería escaparme con John Lennon y Jimmy Page y saltar como loca y, sin embargo, tenía que leer aquello de "Jill va al panadero a por pan", que no me interesaba nada. La gente crece y se pierden un montón de cosas, les quitan todo un mundo de información, les cierran las puertas que los niños no pueden abrir para poder entrar, explorar, conocer. Me aburría siempre en la escuela. Sea lo que sea lo que experimentes. en tu vida, la semilla que hay en el niño está siendo manipulada, controlada o traicionada.

P. ¿Por qué cierta prensa le ha llamado loca?

R. Porque he afirmado que cuanto digo no proviene de mi sabiduría o de mi experiencia en esta vida. Yo les diría que hoy las brujas no se queman.

P. Usted habla como una predicadora. ¿Su padre fue cruel sicológicamente con usted?

R. No. No creo ser una predicadora. Y no, he visto a muchos niños con padres crueles y el mío no lo fue. Se sentía confuso, incluso culpable. Era muy cabezota y no dejaba de mostrarse decepcionado: "Las chicas buenas no hacen esas cosas". Yo quería ser una chica que él respetara y, a la vez, nunca hacía nada que mi padre fuera a desaprobar, hasta que llegó el momento de tener que elegir, cuando se pasa de niña a mujer y te dices: "A tomar por el culo". Y entonces dejamos de ser amigos.. Pero aquella relación de confontación permanente ha desaparecido con el tiempo. Elsigue con su visión de la Biblia a cuestas y yo con mi vida.

P. En Me and a Gun, el tema en sí una narración espeluznante sobre el día en que usted fue violada. ¿Ha perdonado a aquel hombre?

R. No, pero no creo que sea cuestión mía tener que perdonarle o no. No es algo que yo sienta que necesito hacer. Ahora ya no le odio, ni pienso en vengarme, ni nada parecido. No sé ni dónde estará, pero no es un problema de perdonarle o no, porque él es quien se tiene que perdonar a sí mismo, como yo he tenido que perdonarme el haberle odiado durante todos estos años. No es una cuestión cristiana. No me interesa lo que los profetas, ni otras gente digan. Tengo mi propia mente y muchísimo respeto por mi forma de pensar. Por otra parte, sé que en algún momento a lo largo de su vida, él pagará de un modo u otro lo que hizo y yo quiero dejar de ser una víctima como muchas mujeres lo son cada día. A eso me refiero, a ese estigma de la mujer, cuando titulo el álbum Bajo el rosa.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_