Los directores Mijalkov y Tarantino crean, polémica
Los pronósticos dan premios a Yimou, Kieslowski, Egoyan, Chéreau y Moretti.
, ENVIADO ESPECIAL, Con dinero francés, el ruso Nikita Mijalkov recupera en Sol engañoso lo mejor de sí mismo y hace cine vivo -discutible, pero vivo- lo que no es poco en el cementerio de celuloide en que se está convirtiendo Europa de un tiempo a esta parte. Lo mismo ocurre con el norteamericano Quentin Tarantino en su Pulp fiction, donde en ocasiones acude a facilidades de truculencia light y a la trivial ideología del llamado look posmoderno, pero construye un guión ágil y poderoso, que le permite resolver la película con diálogos imaginativos y repletos de humor negro.
Cannes 94 entró ayer en su fase de desenlace y, como de costumbre en estas vísperas, circulan ya por aquí los primeros anticipos de lo que mañana decidirá el jurado internacional que preside Clint Eastwood.Los 34 participantes en los paneles de calificación de las películas en concurso, con algunas divergencias muy marcadas entre los críticos de aquí y los extranjeros, alcanzan, no obstante, acuerdos mayoritarios en su alta valoración de unos pocos filmes. El mejor puntuado por la crítica extranjera es Rojo, del polaco Kieslowski, que ha logrado la consideración unánime de obra maestra en los paneles de las revistas Moving Pictures y Screen International. Le siguen Vivir, del chino Zhang Yimou; Exótica, del canadiense Atom Egoyan; y Caro diario, del italiano Nanni Moretti. El resto queda lejos y seis películas -las del ruso Konchalowki, los italianos Tornatore, Grimaldi y Brenta, y el francés Blanc- con puntuaciones humillantes, bajo mínimos profesionales.
La crítica francesa, en cambio, sitúa como favorita a Caro diario, seguida de A través de los olivos, del iraní Abbas Kiarostami; La reina Margot, del francés Patrice Chéreáu; y bastante distanciadas Rojo y Vivir. Pero por debajo de estas diferencias de criterio se observa que todas las puntuaciones coinciden en sólo seis nombres de los 25 que participan en el concurso: Kieslowski, Yimou, Kiarostami, Egoyan, Chéreau y Moretti, a los que hay que añadir los de Mijalkov y Tarantino, que no entrarán hasta mañana en este juego -que casi todos los años da en la diana- de puntuaciones de los críticos.
La aportación de Mijalkov en Sol engañoso es excesivamente larga, pero sólida: una incursión en el mundo apacible de Anton Chéjov del infierno de las grandes purgas de Stalin en los años treinta. Dos universos opuestos, que este actor y director conjuga y hace compatibles con sorprendente coherencia y facilidad. Las escenas finales de la irrupción del horror estaliniano en la tranquilidad de una dacha de los alrededores de Moscú, conforman un momento literalmente extraordinario de cine de altos vuelos.
Irregular es también el indenendiente norteamericano Quentin Tarantino en su Pulp fiction, pues también se pasa, de tiempo -ambos filmes duran innecesariamente dos horas y media- en su combinación de violencia compulsiva y humor negro. La mezcla se resiente de altibajos muy pronunciados, debido a la superioridad del guionista Tarantino sobre el director Tarantino. La escritura de éste es libre y agilísima y su heterodoxia ha descolocado a más de un analista, que no ha sabido ver la dificultad y brillantez de algunas de sus sorprendentes rupturas del contínuo narrativo y dramático.
El director Tarantino, por contra, crea imágenes situadas -como ya se notaba en Reservoir dogs- muy por debajo de sus tacadas de diálogos. Estos tienen con frecuencia muchísima gracia, pero están visualizados en ocasiones con deficiencias en el dominio del tiempo, así como con caídas en un look epidérmico deudor de la ideología posmodernista y del cómic audiovisual. Videoclips viejos y estereotipados al servicio, o mejor dicho en perjuicio de desarrollos de personajes, situaciones y réplicas y contrarréplicas muy vivas. Hay en Tarantino un plumero de director amanerado e incluso manierista, lo que daña al buen escritor de cine que hay detrás de él.
Babelia
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