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Berlusconi gana la votación de investidura gracias la ausencia de cuatro senadores democristianos

Silvio Berlusconi confirmó ayer su promesa electoral de que la economía italiana creará un millón de nuevos puestos de trabajo durante el primer año y medio de su mandato. Lo hizo poco antes de obtener en el Senado, por sólo cuatro votos de ventaja, su investidura como nuevo primer ministro del Gobierno de Italia. Gracias a la ausencia deliberada de, cuatro senadores del Partido Popular Italiano (PPI), ex democristiano, y al apoyo de tres senadores vitalicios, Berlusconi quedó definitivamente investido, ya que dispone de una amplia mayoría para ganar la votación pendiente en la Cámara baja.

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La votación del Senado concluyó a la misma hora en que el Milan, el equipo de Berlusconi, marcaba el segundo gol al Barcelona en la final de la Copa de Europa. Fue, por ello, una jornada doblemente triunfal para un presidente de Gobierno que dirige, además, un equipo de fútbol.Su victoria en el Senado se debió a cuatro senadores del PPI que se ausentaron de la sala desoyendo la consigna de votar en contra de su partido, y al apoyo de los senadores vitalicios Giovanni Agnelli, Giovanni Leone y Francesco Cossiga, que dieron su voto al Gobierno. Los ausentes del PPI fueron inmediatamente suspendidos de militancia.

Votó en contra Giulio Andreotti y se abstuvo dentro de la sala -lo que equivale a un voto contrario- el republicano Giovanni Spadolini. Otros señadores vitalicios, como el filósofo Norberto Bobbio, estuvieron ausentes por motivos de salud Berlusconi se impuso así con 158 votos, frente a 152 en contra y dos abstenciones. El resultado le confirma en la práctica como primer ministro, ya que la amplia mayoría del bloque de Berlusconi en la Cámara de Diputados garantiza el éxito del otro voto de investidura pendiente.

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Anticipadamente seguro de este triunfe,, Berlusconi se digirió piyer "amigablemente" a los senadores de la oposición; incluso alabó a muchos de ellos, habló de construir un diálogo político y, en su intervención de réplica que cerró el debate, reconoció que, en definitiva, su discurso programático había sido poco concreto, probablemente, dijo, por su inexperiencia política.

Pero añadió enseguida que, de las promesas electorales, "discutidas con millones de electores", él no reniega -"ni pienso renegar nunca", dijo. "He hablado de la posibilidad de crear un millón de puestos de trabajo, y lo confirmo. Si fallamos, trataremos de saber por qué, y daremos cuentas al país. Pero creo que no fallaremos", afirmó.

Igualmente, reiteró otros puntos polémicos e innovadores de sus propuestas económicas, que habían quedado desdibujadas en su programa. Como la de establecer "un límite al gasto público y a la presión fiscal'; o la de "restituir a las autonomías locales una robusta capacidad impositiva", en el contexto de "una restructuración de tipo federal del Estado, que", dijo, "considero inaplazable".

El federalismo berlusconiano había quedado reducido en su discurso de investidura a unas referencias al desarrollo regionalista y a la autonomías, que también aparecieron en su discurso de ayer como eje de "la reflexión sobre la descentralización del Estado". Pero con la perspectiva de "un federalismo liberal plantado sobre el tronco de Italia, una e indivisible", al que, en la intervención del lunes, no hubo referencias.

El liberalismo económico, afirmó, respondiendo a otras críticas, no es incompatible con la moral ni con la solidaridad social. "No hablo de un mercado incontrolable", explicó, "sino regulado e incentivado por la iniciativa pública". "Quien os habla es un italiano que ama el sur", prosiguió, para asegurar que el mejor modo de hacer "meridionalismo" es promover la flexibilización del empleo y las exenciones fiscales a las inversiones, unido a la lucha contra- la Mafia.

También se comprometió a proseguir con la política de control del déficit público. "Constítuye una caricatura ideológica presentar a este Gobierno como un "comité de negocios de la burguesía o como un grupo de alegres despilfarradores" dijo. Reconoció que ha prometido obras públicas para fomentar la recuperación económica, pero sólo a las obras que estén previamente financiadas".

El capítulo político resultó breve, y no contuvo más alusión a la polémicas sobre los ministros de Alianza Nacional que la afirmación de que la "derrota del fascismo" es el presupuesto de las culturas democráticas.

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