Polémica sobre la relación con Narcís Serra
La comisión Roldán demostró ayer que el carácter secreto de las comparecencias es el camino más corto hacia la confusión. Las declaraciones de Carlos de la Torre, jefe del gabinete técnico del director general de la Guardia Civil hasta 1991, fueron interpretadas de manera opuesta por los portavoces, en consonancia con su interés político.Para Rogelio Baón, del PP, demostró "de forma concluyente" que Narcís Serra mantenía una relación "frecuente y ordinaria" con Roldán. Según Antonio Romero, de IU, ratificó que la comunicación entre el vicepresidente del Gobierno y el jefe de la Guardia Civil era "fluida y permanente" ya que, con frecuencia, De la Torre debía esperar a despachar con Roldán porque estaba hablando por teléfono con Serra.
Pilar Rahola, de ERC, se sumó a esta interpretación, que avalaría a los tres citados partidos en su pretensión de que Serra comparezca ante la comisión Roldán.
Por el contrario, el portavoz del PSOE, Álvaro Cuesta, calificó de "rotundamente falsa" esta versión y acusó a los citados parlamentarios de "ampararse en el secreto de la comisión para filtrar algo que no se ha dicho".
Cuesta, ausente durante parte del interrogatorio a De la Torre, se puso en contacto con él antes de acusar de manipulación a sus compañeros comisionados. El portavoz del PNV, González de Txabarri, y el presidente de la comisión, Josep López de Lerma, de CiU, dedujeron que la relación entre Serra y Roldán era "esporádica". Ambos se han alineado con el PSOE en su negativa a convocar a Serra.
El propio De la Torre declaró a EL PAÍS que es "absolutamente errónea" la interpretación de sus palabras según la cual la relación entre Serra y Roldán era habitual y frecuente. De la Torre aseguró que lo probará con las actas de la comisión en cuanto, dejen de ser secretas. A estas mismas actas, que por el momento son reservadas para los diputados de la comisión, se remitieron todas las partes implicadas.
"Rumor extendido"
Una de las mayores novedades aportadas ayer a la comisión Roldán fue la de José Antonio Hernández Tabernilla, gerente de la constructora Santa Felicidad, quien declaró que era un "rumor extendido" entre los constructores que no se obtenían contratos de la Guardia Civil sin el pago de una comisión ilegal, aunque agregó que no podía aportar "pruebas fehacientes" de esta afirmación.
Hernández no consiguió ningún contrato de la Guardia Civil desde la llegada de Roldán, pero sí la construcción de 90 viviendas en Carabanchel (Madrid), adjudicada por el patronato de casas del instituto armado, que aún no han obtenido la cédula de habitabilidad.
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