Una caricatura
La corrida fue una caricatura, por no decir una vergüenza. Una caricatura de toros, de toreros, de presidente, de público... y una vergüenza para los aficionados jerezanos -algunos quedarán-, que asistieron sonrojados a un espectáculo soporífero e indecente que nada tiene que ver con la fiesta de los toros. Para colmo, ni sol ni moscas, sino nubes, lluvia y un frío que calaba hasta los huesos.
Los tres toreros se llaman Litri, Aparicio y Chamaco, lo cual es una suerte, porque si respondieran a, por ejemplo, García, López y Pérez, no vuelven a pisar en su vida una plaza de toros. No se puede estar peor que estuvieron estos tres toreros jóvenes. Entre los tres escribieron toda una loa a la vulgaridad más soporífera, la comodidad desmedida y el engaño al público. Los tres provocaron a los tendidos para que se pidieran las orejas, pero ninguno se entretuvo en torear.
Camacho / Litri, Aparicio, Chamaco
Toros de María del Carmen Camacho, desiguales de presentación, sospechosos de pitones, blandos, nobles. Litri: estocada (oreja); estocada trasera (oreja). Julio Aparicio: estocada (oreja); pinchazo y estocada baja (ovación). Chamaco: bajonazo (oreja); dos pinchazos -aviso- y bajonazo (palmas).Plaza de Jerez, 13 de mayo. Más de media entrada. Segunda de feria.
El presidente colaboró al desastre con una sorprendente inhibición al servicio de los toreros; concedió orejas como el que reparte cartas y no devolvió al inválido sexto. El público, jaranero en el sol y silencioso en la sombra, sólo quería música y trofeos. Ambos deseos se cumplieron.
Litri en su primero, no interesó. El cuarto fue el de más larga embestida, y lo toreó por naturales sin ligazón ni convicción. Tuvo que recurrir a mantazos mirando al público y al desplante de rodillas.
Aparicio sigue medroso, encogido, sin facultades, sin técnica y a muchos años luz de aquel torero estético que deslumbró en sus inicios. Lo suyo sí que fue una auténtica caricatura de torero.
Chamaco fue el mejor y no dijo nada. Muchos capotazos y derechazos sin el más mínino interés. En el último se empeñó en torear a un toro muerto, y se puso pesado.
Triunfo de Jesulín
Jesulín de Ubrique, que cortó cuatro orejas y salió a hombros, fue el triunfador, de la corrida de la festividad de San Pedro Regalado, celebrada ayer en Valladolid con un tercio de entrada, en tarde fría.Toreó Jesulín ligado y encimista, sacando pases de donde no había, informa Benigno Polo. Jorge Manrique tuvo ovación y oreja, y El Cordobés, silencio y aplausos. Los toros, nobles, fueron de Los Millares.