Presión a Clinton para que derribe al régimen de Haití

El nombramiento en Haití de un nuevo presidente, fiel a las fuerzas armadas golpistas, ha aumentado el riesgo de una acción militar de Estados Unidos en ese país. Mientras varios congresistas norteamericanos consideran que ya ha llegado la hora de que su Gobierno intervenga para restaurar la democracia por la fuerza, la Administración prefiere esperar a comprobar el efecto de las sanciones económicas que entrarán en vigor el próximo día 21, pero mantiene abierta la posibilidad de enviar tropas.

La situación en Haití se va pareciendo cada vez más a la de Panamá en 1989: un hombre fuerte al que echar, unos mandos militares convencidos de que Estados Unidos no está dispuesto a invadir, un presidente títere que trata de dar al régimen una fachada de legalidad y una Casa Blanca necesitada de una acción exterior que demuestre su energía.

Un grupo de congresistas norteamericanos vinculados al grupo de presión negro y a la izquierda del Partido Demócrata pidió al presidente que resuelva el asunto por la vía militar sin más demora. "Ha llegado el momento de que vayamos allí y hagamos lo que se tiene que hacer", dijo la representante Carrie Meek.

En la Administración que preside Bill Clinton, el consejero nacional de Seguridad, Anthony Lake, advirtió también a las autoridades haitianas, en relación con el nombramiento el miércoles del anciano Emile Jonassaint como nuevo presidente, que "no deberían hacer movimientos ilegales e inconstitucionales como éste".

La Casa Blanca no niega que esté revisando distintas opciones militares, pero asegura que quiere antes dejar pasar la fecha del próximo día 21, en la que vence el plazo dado por las Naciones Unidas al general Raul Cédras, jefe del Ejército haitiano, para que abandone el poder. A partir de ese día, Haití quedará prácticamente aislado del mundo.