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Entrevista:

"En América Latina casi ha desaparecido el cine"

Guillermo Altares

Nacido en Medellín (Colombia), en abril de 1940, hijo de exiliados españoles, el director de cine Sergio Cabrera ha tenido tiempo para hacer muchas cosas: ser actor desde los ocho años, estudiar en la Universidad de Pekín, militar en una guerrilla comunista entre 1968 y 1972, estudiar cine en Londres, dirigir más de 30 cortometrajes y 500 anuncios publicitarios, además de cinco series para televisión. Dada la profunda crisis del cine colombiano, Sergio Cabrera sólo ha tenido la oportunidad de dirigir dos largometrajes: Técnicas de duelo y La estrategia del caracol. Tardó casi cuatro años en rodar este último filme y estuvo a punto de dejarlo. Gabriel García Márquez le convenció para que no tirase la toalla. Al final, el esfuerzo valió la pena. No sólo por los premios internacionales que ha recibido, -entre ellos, la Espiga de Oro en el último Festival de Valladolid- sino porque La estrategia del caracol ha sido un éxito sin precedentes en el cine colombiano: desde su estreno ha sido vista por un millón y medio de espectadores, el doble que Parque Jurásico. En España se estrenará en junio, aunque Sergio Cabrera pasó por Madrid para presentar el filme dentro de una muestra de cine colombiano en la Casa de América.

Pregunta. Este filme cuenta la invención por un grupo de personas de una artimaña para no ser desalojadas del edificio en el que viven. ¿Es una reivindicación de la esperanza en un mundo mejor?

Respuesta. La película trata de recuperar algunos fantasmas, de rescatar las partes hermosas de la militancia, de describir cómo la gente puede llegar a transformarse en las operaciones colectivas y dejarse llevar por la solidaridad. Es también una reivindicación de la política creativa, porque en mis años de militancia, cuando formaba parte del Partido Comunista Marxista Leninista y era responsable de prensa en esta guerrilla, no se podía hacer nada sin consultar a todo el mundo. Lamento muchísimo no haber sido más creativo.

P. La defensa de la utopía en el filme recuerda a Un lugar en el mundo, del argentino Adolfo Aristarain.

R. No sólo está Un lugar en el mundo. Hay muchas otras películas de América Latina, Como agua para chocolate es otro ejemplo, que reivindican un concepto romántico de la narración cinematográfica. La idea de que el mundo puede ser mejor tiene que estar presente en el cine. En mi caso, esto está pensado de forma muy consciente. Para competir con Hollywood hay que hacer un cine difícil, hay que dar mucho a los espectadores. Por eso intenté darle un planteamiento épico a La estrategia del caracol. Aunque el éxito en Colombia también se debe a que la gente se ha visto reflejada en la película: sus barrios, sus problemas, su vida.

P. Su filme tuvo una acogida muy buena en Valladolid y Huelva. Pero los intercambios cinematográficos entre los países hispanos no son precisamente excelentes.

R. Es incomprensible. América sería un mercado fabuloso para el cine español, y apenas llegan las películas de Almodóvar. Hasta ahora, España tampoco había hecho ningún caso a nuestro cine. Ahora ya es demasiado tarde porque la crisis es tan grande que en América Latina prácticamente ha desaparecido el cine.

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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