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La estimulación de la memoria hace aprender a los más torpes tanto como a los más listos

Una investigación muestra en animales los efectos de descargas eléctricas en el cerebro

Milagros Pérez Oliva

La memoria es una pieza clave de la inteligencia. Una investigación del Laboratorio de Psicobiología de la Universidad Autónoma de Barcelona ha revelado que existen mecanismos de estimulación de la memoria compleja capaces de hacer aprender a los más torpes tanto como los más listos y en el mismo tiempo. La autoestimulación eléctrica del cerebro ha desencadenado en ratas de experimentación una serie de reacciones fisiológicas que mejoran ostensiblemente su aprendizaje. Los investigadores tratan ahora de identificar qué mecanismos intervienen.

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"No existe ningún tratamiento específico capaz de mejorar la memoria", afirma Ignacio Morgado, catedrático de Psicobiología de la Universidad Autónoma de Barcelona. "Hay fármacos que, al mejorar la circulación sanguínea o el metabolismo en general, pueden facilitar las funciones cerebrales, pero no sabemos de ninguna sustancia que actúe selectivamente sobre la memoria".Diversos estudios han demostrado que estimular la memoria compleja puede ser una forma de mejorar el aprendizaje. El problema es cómo hacerlo. Pilar Segura y Laura Aldavert, del laboratorio de Psicobiología, comprobaron en un trabajo de experimentación con animales, que las ratas aprendían y memorizaban mejor si se estimulaba eléctricamente determinadas regiones de su cerebro asociadas con el placer.

La investigación tenía por objeto medir su mayor o menor capacidad para aprender una situación compleja, como por ejemplo identificar un peligro y huir de él. El expermimento consistía en encender una luz antes de emitir una descarga eléctrica leve en el suelo de la jaula. La rata debía aprender que la luz avisaba de una inminente descarga y actuar en con secuencia: salir de la jaula, su perando diversos obstáculos.

Diferencias biológicas

Algunas ratas aprendían rápidamente y otras no. Había pues diferencias biológicas entre ellas. El equipo de investigación buscó distintas formas de estimular el aprendizaje, entre ellas la autoestimulacion eléctrica. Se operó a las ratas con anestesia general y se introdujo en su cerebro un electrodo que se activaba cuando la rata apretaba una palanca. Entonces, el animal recibía una leve descarga en una zona del hipotálamo relacionada con la sensación de placer. Las ratas aprendieron rápidamente que apretar la palanca les producía placer. "En algunos casos los experimentadores se cansaban antes de observar que las ratas de pulsar la palanca", explica Morgado.El estudio fue revelador: las ratas estimuladas aprendían mucho más rápidamente a salir huyendo ante la luz que les advertía de una próxima descarga en las patas. Pero lo más sorprendente fue que las ratas que proporcionalmente mejoraron más fueron precisamente las más torpes. "Es como si con la estimulación eléctrica hubiéramos dado a las torpes aquello que las listas poseen de forma natural", indica Morgado. "Lo cual significa que el cerebro de las torpes tiene la misma potencialidad que el de las listas, algo que podría ser extrapolable a los humanos".

La investigación ha deparado otra sorpresa. Se sabía que el mejor rendimiento de la memoria no se consigue inmediatamente después del aprendizaje, sino algún tiempo más tarde. Es como si la memoria necesitara macerar los ingredientes. El experimento demostró que las ratas torpes no estimuladas aprendían al séptimo día lo que las listas podían aprender en 24 horas. Pero si se estimulaba a las torpes, podían aprender, igual que las listas no estimuladas, en 24 horas.

Semejantes conclusiones (publicadas en revistas científicas de proyección internacional como Behavioural Neuroscience o Phisiology and Behaviour), abren interesantes perspectivas: ¿Sería posible estimular la capacidad de aprendizaje en los niños más torpes? "Probabalemente. Pero para ello necesitaríamos identificar el proceso biológico. Obviamente, no podemos colocar electrodos en el cerebro de los niños, pero si identificáramos el proceso, podríamos encontrar un mecanismo natural de estimulación".

Hay algunas pistas. Se sabe, por ejemplo, que el sueño paradógico facilita el aprendizaje. Se le llama paradógico porque, siendo la parte más profunda del sueño, es la que mayor actividad cerebral registra. El equipo de Morgado midió el sueño de las ratas y comprobó que las que más soñaban aprendían mejor. Pero aquel experimento les deparó un nuevo hallazgo.

"Para confirmar el resultado tratamos de de impedir que algunas ratas soñaran. Las colocamos sobre una maceta invertida rodeada de agua, de modo que sólo tuvieran un sueño de onda lenta, sin atonía muscular. Para nuestra sorpresa, estas ratas no aprendían menos, sino más incluso que las ratas soñadoras. Habíamos provocado un nuevo factor estimulante: el estrés moderado. La cuestión está en averiguar cuáles son las sustancias que intervienen", concluye Morgado.

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