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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Perlas andaluzas

Martirio

Martirio (voz), Josep Salvador (guitarra eléctrica, española, coros), José María Cortina (teclados), Anahi

Greco (bajo), Guillermo McGill (batería, percusión), Pedro Sierra (guitarra

flamenca). 800 personas. Precio: 1.800 pesetas. Teatro Albéniz. Madrid, 3 de mayo.

La música andaluza suele ofrecer perlas. Lejos están los tiempos de La Perla de Cádiz; algo más cercanos los de Perlita de Huelva. Hoy, Martirio es una nueva cuenta a añadir a ese magnífico collar sureño y, como todas las perlas, no es fácil de encontrar. Suelen pasar años sin saber nada de Martirio, sin poder escucharla en directo, sin que nuevos discos se vean en las tiendas. Y es una pena.Tiene una voz de enorme expresividad, su dramatización escénica es única y, por si fuera poco, plantea su música desde la diferencia, con personalidad y riesgo. Así desde que comenzó con aquella impagable Separada sin paga. Y sin perder en el difícil camino nada de este equipaje, Martirio regresó a Madrid para presentar su último disco, que va por sevillanas.

Antes, comenzó recordando. Apareció en escena con Echo de menos, de Kiko Veneno, que ofreció nuevos arreglos más imaginativos en el empleo de los ritmos. Magnífica de voz y expresión, Martirio puso desde el principio la emoción en bandeja. Después llegó una de sus grandes canciones: la dedicada a La Perla de Cádiz que, a pesar de unos arreglos menos sutiles, mantuvo el tono.

Abrió el abanico de estilos y se introdujo en un swing bastante flojo con El productor -lo malo de las largas ausencias es la falta de engrase entre artista y grupo acompañante-; después bajó a África con Tierra de fuego y recordó a Ray Heredia en La plaza de la luna.

Continuó la emoción cuando cantó Mi marío sólo con piano y sacó su gran vena humorística en Las mil calorías, antes de meterse de lleno en las sevillanas de su último disco, que mezcló con música árabe y mil cosas más.

Brillante en la presentación de las canciones, Martirio homenajeó al rock andaluz en unas sevillanas por bulerías, hizo un canto a la esperanza y el optimismo en estos tiempos duros y terminó como había empezado: cumbre. Como corresponde a una inquieta, tierna y rara perla de Andalucía.

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