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Castro anuncia la confiscación de bienes de los especuladores y nuevos ricos

El presidente cubano, Fidel Castro, anunció ayer que en los próximos días su Gobierno promulgará un decreto-ley para confiscar el dinero y los bienes de todos aquellos cubanos que se hayan enriquecido ilegalmente en los últimos años. La medida, que pretende actuar contra los especuladores, capos del mercado negro y campesinos que han eludido al Estado y han vendido sus mercancías a particulares, podría suponer la expropiación de coches, casas y electrodomésticos, si no se puede demostrar que éstos han sido adquiridos legítimamente. Según Castro, ésta es la primera de un paquete de medidas "duras y difíciles" que el régimen introducirá paulatinamente.

Fidel Castro participó el domingo y el lunes en la sesión extraordinaria de la Asamblea Nacional del Poder Popular, y dijo, al clausurar la reunión, que el decreto-ley sería promulgado "esta misma semana". Agregó que se tratará de una regulación simple, que sin "trámites complicados" sirva para confiscar los bienes de aquellos que se han enriquecido de forma rápida y escandalosa". "Son como las medidadas de los primeros años de la revolución, cuando se dictaron leyes para confiscar los bienes mal habidos de aquellos que se enriquecieron con la tiranía".El presidente cubano arguyó que esta medida se tomaba con "un gran sentido de justicia social", pues hasta ahora los más honrados y revolucionarios, los que más han trabajado, son los que han sufrido la crisis y no han podido ni comprar casas ni coches, mientras que los delincuentes se han dedicado a adquirir bienes y a beneficiarse con las viviendas que de forma humanitaria la revolución entregó a los más pobres.

Horas antes el líder de la revolución cubana había dicho que la economía de la isla está gravemente enferma y que para sanear las finanzas internas de su país era necesario adoptar medidas "duras y difíciles", como subir el precio del agua y el servicio eléctrico, crear un sistema de impuestos o efectuar un canje de moneda. Castro comparó la actual situación económica de Cuba con un cáncer, y dijo que la única forma de evitar que éste se reproduzca es actuando con valentía política. "Si las medidas son insuficientes, sería un desastre. Por eso hay que tomar todas las medidas necesarias, aunque al otro día nadie nos quiera saludar", aseguró.

El principal talón de Aquiles del Gobierno cubano es en estos momentos recoger el exceso de dinero circulante, pues, según reconoció Castro, la masa monetaria en la calle "desestimula el trabajo y la productividad". El mandatario dijo que todavía se estaba muy lejos de "tener una comprensión cabal del problema" y que las reformas deberán ser estudiadas a fondo y aplicadas con "orden"."No valdría la pena que hiciésemos nada si nos quedásemos a medio camino. Sería una pérdida de tiempo terrible", afirmó, admitiendo que lo único seguro es que a partir de ahora la mayoría de las reformas que se adopten tendrán carácter "traumático", y que la población tardará tiempo en asimilarlas.

El Parlamento cubano acordó dar poderes absolutos al Consejo de Estado para que adopte con celeridad las medidas necesarias para sanear las finanzas internas, entre las que se proponen: reducir sistemáticamente los subsidios por pérdidas a las empresas y otros gastos presupuestados; crear un sistema impositivo integral -que contempla la introducción selectiva del impuesto sobre ingresos personales- para aumentar los ingresos del Estado y reducir el déficit; introducir mecanismos de estímulo a la producción y de control a la circulación de divisas.

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