"El cine americano tiene la técnica y el europeo, el alma"
Ganador, el año pasado, del Oscar a la mejor película extranjera con Mediterráneo, Gabriele Salvatores ha presentado en Madrid su último filme, Sud.
Napolitano de 44 años, Gabriele Salvatores es el Trueba italiano. El año pasado obtuvo el óscar con Mediterráneo, una historia pacifista, divertida y romántica sobre un grupo de soldados italianos aislados en una isla griega, durante la II Guerra Mundial. Director comprometido, ha presentado en el Instituto Italiano de Madrid su último trabajo, Sud, un filme político que cuenta la revuelta de un sindicalista, en una situación de exasperación y protesta. "¿Qué es lo que quieres?", le preguntan al sindicalista. "Resistir", contesta. "¿Qué pides?" "Casa y trabajo"
Pregunta. A un año vista, ¿qué ha supuesto el Óscar en su carrera cinematográfica?
Respuesta-
Me ha permitido realizar películas un poco más difíciles, por ejemplo Sud, que no hubiera podido hacer sin el Óscar.
P. ¿Se siente más presionado al realizar una película?
R. Sí. Hay mayor expectativa por parte del público. La gente siempre quiere más y espera que hagas cosas que, a lo mejor, no sabes hacer. Un óscar no te hace ser mejor director. Es un premio que te conceden sin uno querer y, por lo tanto, uno sigue haciendo lo que sabe y puede hacer.
P. ¿Qué supone el Mediterráneo en su cultura?
R. El Mediterráneo es una cuna de pueblos, culturas y filosofías diferentes. En estos momentos que vivimos gravísimos problemas de intolerancia, con profusión de nacionalismos, etnias y guerras, es muy importante y necesario el mirarse frente a frente y conseguir convivir todos juntos.
P. ¿Su cine entronca con la comedia de Vitorio de Sica?
R. Los maestros de la comedia italiana, como Vitorio de Sicca, están por supuesto en nuestros raíces, pero necesito encontrar nuevos puntos de referencia. Por ejemplo, mi director favorito es Stanley Kubrick, que no tiene nada que ver con la comedia italiana.
P. ¿A qué problemas se enfrenta el cine italiano?
R. Italia, en estos momentos, está embarcada en un cine político y social, reflejo de la si tuación; se ha dejado atrás la llamada comedia italiana. El debate está centrado en si es justo realizar un cine de denuncia o un cine que haga renacer sueños o deseos.
P. Y ¿porqué apuesta?
R. Creo que los sueños son necesarios para poder cambiar las cosas y la denuncia es también necesaria para poder soñar.
P. ¿Tiene el cine europeo alguna posibilidad de sobrevivir ante el norteamericano?
R. Sólo si nos miramos a la cara y encontramos nuestra propia identidad cultural. Tienen que desaparecer las envidias y las barreras. Por ejemplo, cuando me concedieron el Oscar, lo primero que me dijo un periodista francés fue que Italia ya tenía un oscar más que Francia. Así no vamos a ningún sitio.
P. ¿Qué diferencia al cine europeo del americano?
R. El cine americano tiene una técnica extraordinaria; el europeo, un alma extraordinaria.
P. ¿Cree que el Estado tiene que ayudar económicamente al cine?
R. En un momento de crisis como el que vive el cine, es importante que el Estado contribuya. Pero la ayuda estatal, al menos en Italia, ha creado en el pasado problemas muy negativos, porque una vez que los productores y directores tenían el dinero en la mano se olvidaban de la calidad de la película. El dinero no es lo único importante, sino el amor y la atención hacia el cine.
P. ¿Sigue siendo usted un hombre comprometido políticamente?
R. La política es como una misión. Si ser una persona comprometida quiere decir ocuparse de la gente, entonces sí.
P. ¿Cree que la victoria de Berlusconi puede contribuir a solucionar la crisis italiana?
R. Berlusconi no es un empresario particularmente eficaz, porque está muy endeudado. Solo espero que administre Italia mejor que lo ha hecho con sus empresas.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.