El Papa proclama la primera beata antiabortista de la Iglesia católica
"La maternidad puede ser fuente de alegría, pero puede convertirse también en causa de sufrimiento y, a veces, de gran desilusión", dijo Juan Pablo II ayer en su homilía de la misa de beatificación de Gianna Beretta, la primera beata antiabortista de la Iglesia. Beretta nació en Magenta el 4 de octubre de 1922 en el seno de una familia muy católica -su padre era terciario franciscano y cuatro de sus 13 hermanos tomaron los hábitos- y murió a finales de abril de 1962 de una peritonitis séptica, consecuencia de una operación de útero que ella quiso que fuera solamente parcial para no perder al hijo que gestaba."Si tenéis que elegir entre mí y el niño, ningún titubeo: exijo que elijáis al niño", dijo antes de entrar en el quirófano, según cuenta su viudo, el ingeniero Pedro Molla, que ayer asistió a la ceremonia. "Nunca la consideré una santa. Era una persona muy nomal", ha declarado Molla. Junto al viudo, celebraron la proclamación de la nueva beata sus cuatro hijos, incluida Juana Manuela, la niña nacida en 1962 una semana antes de que muriera la beata.
En la misma ceremonia fueron beatificados también Elisabetta Canori, una noble romana que soportó un matrimonio desgraciado con resignación cristiana, e Isidoro Bakanja, un catequista de Zaire. El caso de Elisabetta Canori tiene connotaciones de otra época, ya que, nacida en 1774 en una familia noble del centro histórico de Roma, los méritos de esta mujer derivan de su resignación frente a la relación extramatrimonial de su marido "con una mujer de condición modesta que le llevó a la ruina económica", según destacaba ayer L'0sservatore Romano, el diario del Vaticano. Pese a ello, "Elisabetta no dudó en vender sus joyas y hasta su vestido de novia para hacer frente a los acreedores a fin de salvaguardar el buen nombre de su marido, Francesco Mora Cristóforo".
Juan Pablo II volvió a reavivar su cruzada en contra de la relajación de costumbres que, según él, está destrozando la familia. "Los modelos de civilización que a menudo promueven y propagan los medios de comunicación no favorecen la maternidad", dijo. "En el nombre del progreso y de la modernidad, vienen presentados como ya superados los valores de la fidelidad, de la castidad y del sacrificio, que han distinguido y siguen distinguiendo a las esposas y madres cristianas".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.