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Tres altos ejecutivos de un banco en Londres, despedidos por acoso sexual

La City, envuelta en la obsesión contra el machismo

El fantasma del acoso sexual recorre la City londinense, corazón financiero de Europa, donde el porcentaje de empleados masculinos supera abrumadoramente al sector femenino. Un mundo machista y extremadamente competitivo, en el que las cosas están cambiando con rapidez vertiginosa. La sucursal británica del poderoso banco norteamericano Goldman Sachs ha despedido a tres ejecutivos por este asunto.

Los tres altos ejecutivos que acaban de ser puestos de patitas en la calle están especializados en el mercado de divisas. El despido les ha llegado después de que una humilde secretaria de la empresa les acusara de acoso sexual. El banco ha sido cauteloso en extremo y los nombres de los cuatro implicados han permanecido en el anonimato, sin que ningún portavoz de Sachs haya llegado a admitir las razones del despido de sus empleados.Pero fuentes menos oficiales han asegurado que la joven secretaria recibió propuestas deshonestas en un tono desagradable por parte de sus jefes cuando les pidió consejo sobre sus posibilidades de promoción laboral. Cierto que era la hora, siempre peligrosa, de intercambiar impresiones en el pub, delante de una cerveza, pero, aun así, las compañeras de la agredida le aconsejaron que denunciara lo ocurrido.

La intolerancia del mundo financiero hacia toda clase de "bromas" sexuales entre sus empleados es cada vez mayor. En parte es un reflejo de los vientos que soplan en los Estados Unidos, donde la batalla contra este tipo de conductas amenaza con superar los límites del sentido común para convertirse simple y llanamente en una paranoia.

Un comité de excesos

Goldman Sachs no es una excepción a la tónica, y en sus oficinas de Fleet Street funciona desde el año pasado un comité especial al que los empleados pueden recurrir en caso de sentirse vejados por sus compañeros o superiores. El comité vigila celosamente que el lenguaje de los empleados no incurra nunca en excesos sexistas o racistas. De hecho, los empleados, a los que recientemente se les pidió que mejoraran su lenguaje y su conducta, especialmente en presencia de clientes o invitados, deben atenerse a un estricto código de ética laboral que se condensa en catorce puntos, una especie de credo corporativo.Hay empresas que incluso van más lejos en la tipificación del "acoso sexual". De acuerdo con el diario británico Financial Times, algo tan inocente como decirle a una compañera "Querida, qué mona estás hoy" puede ser delito de acoso en ciertas compañías. A tenor de la situación se comprende que la conducta de sus tres empleados haya resultado especialmente enojosa para un banco como el Goldman Sachs, que se precia de tener el más alto nivel de cualificación personal, en parte debido a su saneada situación económica.

El año pasado, varios de los empleados de la entidad en la City londinense, recibieron una bonificación especial en calidad de reparto de beneficios, de un millón de libras -algo más de 200 millones de pesetas- a cambio, eso sí, de una fidelidad a prueba de secretarias.

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