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Reportaje:

Hacer dinero... y llevárselo

"O paga comisión o nos pierde como clientes". Así empezo el escándalo de los suministros a la Casa de la Moneda

Era muy fácil: "O paga comisión o nos pierde como clientes". A regañadientes, los suministradores terminaban aceptando, porque se trataba de un buen parroquiano: el Estado. La fabricación de billetes de banco, monedas, lotería, cartones de bingo, impresos de la declaración de la renta y demás soportes legales de riqueza o de expectativas de fortuna no podía ser un islote de limpieza en el mar de corrupción que acompañó a la relativa prosperidad de la década de los 80. Los responsables de la máquina de hacer dinero y similares no iban a limitarse a apretar el acelerador de la inflación sin llenarse previamente los bolsillos.El Tribunal Supremo ha puesto recientemente punto final a este escándalo que comenzó en 1983, durante la primera etapa de gestión socialista. Coincidiendo con la llegada a la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre (FNMT) -también conocida como Casa de la Moneda-, entre otros, de dos ejecutivos agresivos, ambos de 41 años: Francisco Balaguer Lara, como director, y Guillermo Piera Jiménez, como subdirector general. Aparte de los productos que elaboraba, el volumen de dinero que movía anualmente la FNMT, dependiente del Ministerio de Economía y Hacienda, se calculaba en 12.000 millones.

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Guillermo Piera, hermano de Adrián -éste ya entonces, como hoy, presidente de la Cámara Oficial de Comercio e Industria de Madrid-, era un empresario maderero que fue director general del Instituto de Estudios y Planificación con el Gobierno de Carlos Arias Navarro. Durante la transición se incorporó a Alianza Popular, en donde en 1979 llegó a ser secretario, general interino por dimisión de Manuel Fraga.

La victoria electoral del PSOE en 1982 permitió en 1983 el acceso de Guillermo Piera al equipo directivo de la Casa de la Moneda, desde donde contactó con Fernando Merlo Moreno, también de 41 años, un empresario experto en el ramo del papel y de las artes gráficas. Piera inició una nueva política de compras del material imprescindible para la acuñación de moneda, impresión de billetes de dinero, lotería y cartones de bingo.

Contacto personal

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Piera asumió el control directo del departamento de compras y el contacto personal con los suministradores de la FNMT, hecho hasta entonces insólito. Piera, en connivencia con Fernando Merlo, puso en práctica una estrategia de compras con los tradicionales suministradores.Según asistentes al juicio que se celebró por estos hechos en octubre de 1991, durante dos semanas, en la Audiencia de Madrid, los suministradores que intervinieron como testigos relataron repetidamente el asombro que les produjo el particular modelo comercial de los nuevos gestores de la FNMT. Pero aceptaron el abono de comisiones para no perder los pedidos.

En enero de 1984, Merlo comió con los administradores de J. Vilaseca, SA, suministradores de la FNMT desde 30 años antes, quienes pusieron de manifiesto la reciente reducción de pedidos. Merlo se llevó al ágape a un amigo suyo, José Castiñeira Pombo, de 44 años, al que presentó como un economista "con peso e influencias" en el Ministerio de Hacienda, del que depende la FNMT. Merlo planteó a sus interlocutores la exigencia de que abonaran comisiones, apoyada con entusiasmo por Castiñeira.

Ante las dudas suscitadas, los gestores de Vilaseca acudieron a la sede de la FNMT, en donde Piera les confirmó que no conseguirían más pedidos hasta que llegaran a un acuerdo con Merlo, por lo que aceptaron abonar a éste una comisión de 8 pesetas por kilo de papel que en lo sucesivo suministraran a la Fábrica, y otra de 6 pesetas por cada kilo de papel ya suministrado, pero que estuviera pendiente de pago.

Dos horas más tarde de que alcanzaran este compromiso con Merlo, Piera hizo un importante pedido de papel para cartones de bingo y en los meses sucesivos aumentaron los pedidos. Vilaseca entregó a Merlo talones por un total de 5.528.059 pesetas, a nombre de Syspa, empresa de Merlo, quien repartió tal importe con Piera. La suma total a cobrar por comisiones superaba los 21 millones, si bien los administradores de Vilaseca fueron retrasando el pago de las mismas, en espera de que la situación explotara. El caso no paró ahí.

Comisión del ¡45%!

En abril de 1984, Merlo, de acuerdo con Piera, contactó con el director gerente de la empresa Encarnación L. M. G. y le propuso un trabajo para la FNMT (la manipulación de ejemplares de la declaración de la renta), pero a condición de "abonarle en concepto de comisión el 45% del total de lo facturado. Al proveedor le pareció exagerada la comisión, pero como tenía escaso trabajo, aceptó la propuesta. Después, pasó factura por 9.856.970 pesetas, de las que abonó a Merlo talones por más de cuatro millones.

¡Bingo!, ¿para quién?

En marzo de 1984, Piera se puso en contacto con Fernando Arnaiz Espiga, de 45 años, propietario de Gráficas Velasco Torerías, SA, para que hiciera de intermediario ante empresarios de artes gráficas que pudieran colaborar en la impresión y manipulado de cartones de bingo para la FNMT. Arnaiz aceptó y, entre otros pedidos, encargó a Talleres Gráficos Peñalara la elaboración de 96 millones de cartones de bingo. Pero quien cantó bingo fue la desconocida tercera persona que percibió el 25% del total de lo facturado y Arnaiz, que recibió 1.539.357 pesetas en tres talones. El director-gerente de Peñalara explicó en el juicio que aceptó esas condiciones notoriamente gravosas, "dada la debilidad" de su empresa y "la situación precaria" en que se hallaba.

Viaje a Chile... y préstamo.

En junio de 1983, tras tomar posesión como director de la FNMT, Balaguer habló con Rodríguez Díez de Pichardo, de 46 años, representante en España de la Corporación Nacional del Cobre de Chile (Codelco), principal proveedor de cobre para la Fábrica, sobre los problemas de suministros. Ambos viajaron en agosto a Chile. En noviembre, Díez de Pichardo prestó siete millones de pesetas a Balaguer para la construcción de su casa. El tribunal aceptó que el préstamo no constituye comisión, pero entendió que "le benefició", por lo que condenó a Balaguer por cohecho. En esa época, Balaguer ordenó que las facturas por el transporte de cobre servido por Codelco se incrementaran en 381 pesetas por tonelada, de las que 25 serían para Diez de Pichardo.

Agilización de compras.

A finales de 1983, Merlo, de acuerdo con Piera, contactó con Corporación Comercial Kanguros, SA, dedicada a la venta de papel, a la que pidió una comisión del 10% de la suma que facturaran a la FNMT, advirtiéndole que en caso de que no fuera así no seguirían vendiendo a la fábrica, de la que eran suministradores desde 20 años atrás. Kanguros se negó, pero ante el descenso de pedidos, sus representantes visitaron a Piera. Más tarde, tras retrasarse en exceso el pago de las mercancías servidas, Merlo compareció en la empresa y se ofreció a agilizarlo, si se le abonaba la comisión correspondiente. Kanguro se negó de nuevo... pero perdió al importante cliente.

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