La familia
Señor presidente, qué raro es todo. Creíamos que Aznar era su adversario político, y ahora resulta que no, que es su heredero. Lo comprendí el martes pasado, en un momento del debate sobre el estado de la nación, cuando usted intentaba convencer al líder del PP de que era hijo suyo mostrándole los rasgos que tienen en común. Le faltó decir: "Si tienes mis ojos, ¿no lo ves?". Me refiero al instante en el que le recordó lo de ese consejero de Castilla y León que no ha presentado en su vida una declaración sobre la renta.Es normal que el líder del PP le niegue como padre: los hijos levantan su identidad sobre el cadáver paterno. Se dejan crecer el bigote, la barba o las ideas, cualquier cosa,
al de no parecerse a él, y se comprende. Pero hay rasgos que los delatan sin necesidad del análisis genético. Por eso Aznar no supo reaccionar cuando usted le propuso, no ya una investigación sobre Filesa, sino sobre la financiación de todos los partidos. Eso sí que sería la prueba del ADN. O sea, que el otro día usted no se dirigía a un adversario, sino a un sucesor, pero los sucesores no soportan que les regalen nada: necesitan crecer con la impresión de habérselo ganado.. Es ley de vida que Aznar reniegue de su herencia genética, aunque la utilice, no se enfade por eso.
Qué raro es todo, ya digo, creíamos que Roca era un socio del PSOE, y el otro día comprendimos que se trataba de un cuñado. Lleve cuidado con él: los cuñados en este país dan mala suerte. Fíjese, si no, en el de Mariano Rubio, que le ha hundido. 0 en Juan Guerra, hermano político de usted mientras estuvo casado con Alfonso. Está rodeado de hijos con ganas de heredar y de cuñados sin escrúpulos. Cualquier día de éstos se alían los cuñados y los hijos, que son lo que son gracias a usted, y le mandan al asilo. Qué familia.
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