La nueva ofensiva serbia coloca a la Afianza al borde de una intervención militar en Bosnia
El derribo ayer por parte de los serbios de un avión británico que patrullaba el área de Gorazde parecía empujar inmediatamente a la OTAN a ejecutar alguna acción militar de represalia, aunque las noticias difundidas por fuentes de la ONU sobre un bombardeo norteamericano contra posiciones serbias en aquel enclave de Bosnia oriental fueron desmentidas por la Alianza Atlántica a última hora de ayer. En medio de continuos contactos entre Washington, la ONU y la OTAN, todo indica que las potencias occidentales no van a dejar pasar de largo las últimas acciones ofensivas de los serbios.
Ya de madrugada, el ministro de Exteriores de Rusia, Andrei Kozyrev, anunció una reunión para hoy entre responsables de la ONU y los líderes serbios en un intento desesperado de alcanzar un alto el fuego en Gorazde. El jefe de la diplomacia rusa hacía estas declaraciones tras entrevistarse en Belgrado con el presidente serbio, Slobodan Milosevic, según informa Reuter.En el momento de mayor actividad militar del día, a última hora de la tarde en Bosnia, un portavoz de la ONU y el corresponsal de la emisora británica BBC en Sarajevo coincidieron en informar que aviones A-10 norteamericanos habían atacado las columnas de tanques y blindados serbias que avanzaban sobre Gorazde. Horas más tarde esa información continuaba sin ser confirmada ni por el Pentágono, ni por la Casa Blanca, ni por los portavoces oficiales de la OTAN en su sede de Bruselas. La corresponsal de la cadena CNN en Sarajevo dijo, por su parte, que, según la radio de Gorazde, captada en la capital bosnia, no se había producido ningún bombardeo de aviones de los países de la OTAN.
La situación, no obstante, era a la caída de la tarde de tal confusión que a las propias fuentes oficiales les resultaba difícil poner en orden las informaciones recibidas de diferentes fuentes. La Casa Blanca y el Pentágono seguían de cerca la evolución de los acontecimientos, pero no hicieron comentarios explícitos sobre sus propósitos militares. Fuentes de ambas instituciones admitieron, sin embargo, el gran malestar provocado entre todos los países de la OTAN por el derribo del avión británico.
Hasta ese momento, Estados Unidos y sus aliados europeos parecían resignados a la caída de Gorazde, y trabajaban con la vista puesta más adelante. El Gobierno norteamericano, sin descartar formalmente las acciones militares, insistió en las últimas horas del viernes y en la mañana de ayer en buscar un resquicio diplomático para conseguir la reanudación de las negociaciones de paz.
Un portavoz del Departamento de Estado había comentado antes de los últimos acontecimientos que los serbios habían ocupado "una porción decisiva de terreno" en esa ciudad y que la situación militar estaba "efectivamente bajo su control", sin opción ya para una intervención militar de la OTAN.
Perdido Gorazde, el objetivo norteamericano parecía centrado en tratar de salvar como fuese posible la situación en el conjunto de Bosnia sin que la OTAN tenga que pasar por el humillante trance de capitular ante el expansionismo serbio. Toda la estrategia de Bill Clinton en la antigua Yugoslavia se desmoronaba al mismo tiempo que se desvanecía la resistencia musulmana en Gorazde. El Gobierno norteamericano, que había tomado la iniciativa de la situación con los bombardeos del domingo y lunes pasados, ha fracasado, sin embargo, en su intento de conseguir que esos bombardeos obligasen a los serbios a negociar.
Al contrario, los serbios quisieron medir la verdadera voluntad de intervención norteamericana, para lo que profundizaron su ofensiva sobre Gorazde y encontraron que ni Washington ni sus aliados de la Alianza At£antica eran capaces de llevar sus acciones militares más allá de las cuatro bombas lanzados hasta el viernes.
La persistencia de los serbios en su ofensiva ha sorprendido en Washington. El secretario de Defensa William Perry dijo el miércoles pasado que confiaba en una "rápida reanudación de las negociaciones en Bosnia". Y el mismo viernes, cuando las noticias sobre una inminente caída de Gorazde eran alarmantes, Perry comentó: "Esa no es la información que yo tengo"..
A lo largo de la pasada semana, la Administración norteamericana se mostró tan desorientada acerca de Bosnia, que, queriendo aplacar lo que creía que era la irritación de los serbios y pretendiendo tambien tranquilizar a su propia opinión pública, explicó que Estados Unidos no tenía intención de involucrarse en la guerra de Bosnia para desequilibrar la situación en favor de alguno de los bandos.
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