Hoy se puede hacer el diagnóstico genético de muchos cánceres y anticipar su evolución
La vanguardia internacional de la oncología científica y clínica se reúne en Segovia
Los avances genéticos sobre el cáncer de las dos últimas décadas empiezan a aplicarse en el diagnóstico, pronóstico y muy pronto en la curación de un tumor. El equipo del investigador español Mariano Barbacid ensaya con éxito la primera molécula inhibidora de un oncogén humano, mientras en la práctica clínica conocer el tipo genético de un cáncer está haciendo variar todo su tratamiento. Ya no basta con saber el tamaño y la morfología celular de un tumor. Hoy se puede hacer un diagnóstico genético de muchos de ellos, como el de mama, y saber cómo evolucionará.
"Cuando descubro en un pequeño tumor el oncogén NEU-2, inmediatamente aplico quimioterapia porque sé que va a evolucionar de forma muy agresiva", explicó ayer en Segovia Hernán Cortés Funes, oncólogo del hospital La Paz de Madrid.Se trata de un botón de muestra en España de la cada vez mayor aplicación clínica de la investigación básica, como se ha puesto de relieve en un encuentro que ha reunido en Segovia a la vanguardia científica y clínica mundial en oncología. Pionero en la identificación de oncogenes humanos, el químico Mariano Barbacid, director del departamento de biología molecular del Instituto BristolMyers Squibb (Princenton, USA), expresó la prudencia y el tiempo que ha requerido: "El oncogen RAS se identificó en 1981 y hoy sus inhibidores están todavía ensayándose en animales".
Su equipo trabaja en lo que será la base de un fármaco capaz de bloquear el citado oncogen RAS, un gen anormal responsable del inicio y el desarrollo de un tumor y que está implicado con el 30% de todos los cánceres humanos. Aunque esta línea de trabajo se traduzca pronto en una nueva vía de terapia, Barbacid opina que las posibilidades de curación del cáncer "serán tan multifactoriales como la enfermedad misma".
Espías y soldados
Hasta ahora se han descrito en la especie humana 50 tipos de cánceres hereditarios, aunque por cada uno de ellos existe también una forma esporádica que afecta a la población general. El detonante es aún un perfecto desconocido para la ciencia: qué agentes carcinogénicos, cómo y por qué, en un momento determinado descomponen el perfecto equilibrio entre genes activadores y genes supresores del crecimiento celular dando lugar a una proliferación tumoral.
Lo que ha permitido el conocimiento de las bases moleculares del cáncer es una nueva y revolucionaria forma de atacarlo. El sistema de lucha ya no se basa en soldados, sino en espías, según explicó Webster K. Cavenee, del Instituto Ludwing en La Jolla (California).
"Esto es la guerra. Y hay dos formas de matar al enemigo, desde afuera (con los procedimientos habituales de quimioterapia y radioterapia) o desde dentro, utilizando sus propios recursos como hacen los espías. Lo que estamos haciendo es espiar a las células cancerígenas", comparó este científico californiano.
El problema es que los recursos de que disponen estas células son múltiples, razón por la cual los expertos presentes en Segovia se han decantado porque en el futuro el tratamiento contra el cáncer, "la solución final" será una combinación de agentes citotóxicos (quimioterapia), inmunológicos y terapia génica.
Por muy venenosa que sea para el cuerpo humano, la quimioterapia todavía no puede descartarse, máxime cuando varias líneas de investigación tratan de encontrar mecanismos capaces de matar únicamente a las células cancerígenas sin que sufran las demás, como ahora ocurre con los fármacos quimioterápicos.
Una de las más esperanzadoras es la conocida como bomba biológica, la combinación de una droga citotóxica con un anticuerpo reproducido por ingeniería genética. Al ser los anticuerpos selectivos buscan únicamente la célula cancerígena a la que hacen llegar el fármaco sin tocar a sus vecinas sanas.
Karl E. Hellstrom, el padre de esta terapia, ha obtenido resultados prometedores en pruebas con animales y hoy presentará en la "cumbre" de Segovia los primeros datos de investigaciones en humanos. Los descubrimientos se suceden rápidamente.
El último se ha presentado esta misma semana: un nuevo gen, cuya mutación suprime la producción de una proteína (la p16), que en la células sanas actúa como un freno molecular en el proceso de división celular.
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