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Túnez, una apertura en falso

La lucha implacable contra el islamismo ha acabado en Túnez con el proyecto de cambio democrático prometido por el presidente Alí y corre peligro de desestabilizar el país

La reciente detención de Moncef Marzuki, presidente de la Liga Tunecina de Derechos Humanos (LTDH) hasta febrero pasado, pone de manifIesto que la estrategia autoritaria que ha adoptado el régimen de Túnez no sólo se traduce en la represión del islamismo, sino en un bloqueo general de la democratización prometida por Ben Alí en 1987 tras la deposición de Burguiba.El programa de regeneración nacional, dirigido a ofrecer a los tunecinos "una vida política institucionalizada, fundada verdaderamente en el multipartidismo y la pluralidad de las organizaciones de rnasas", proclamado en 1987, contó con un buen, comienzo (firma de un pacto nacional, ampliación de las libertades públicas, nacimiento de una oposición legal, avances en la inserción del grupo islamista Al Nahda), pero la evolución política posterior ha venido a demostrar que el verdadero objetivo del cambio no era sino convertir al ex partido único en partido hegemónico. Así, las que fueron llamadas a ser las elecciones legislativas del Cambio en abril de 1989 dieron al Reagrupamiento Constitucional Democrático (RCD) la totalidad de los escaños parlamentarios, gracias a una ley electoral que establecía el principio de lista mayoritaria a una sola vuelta. Sin embargo, es importante señalar que las listas independientes fueron la segunda fuerza política en votos, cuando en 19 de las 21 circunscripciones en que se presentaron los 120 candidatos independientes dichas listas iban apoyadas por el grupo islamista de Al Nahda, que no había logrado su legalización.

La capacidad de autonomía que la calle tunecina mostró durante la guerra del Golfo y el triunfo del FIS en Argelia fueron dos acontecimientos que hicieron sentir al poder establecido su debilidad política y le llevaron a dar marcha atrás en la liberalización.

Desde entonces, la implacable lucha contra el islamismo ha movilizado todas las energías del poder, alimentando todos sus miedos y fantasmas, sin preocuparse demasiado por el respeto de los derechos humanos y dejando a la población sin el cambio prometido por el presidente Ben Alí. El relativo éxito económico de este pequeño país, cuya muestra de síntomas de un crecimiento sostenido, así como un control de la natalidad que no logran sus vecinos magrebíes, han sido las dos grandes bazas esgrimidas por el poder frente a su progresiva reapropiación de los espacios plurales que el propio régimen había abierto en 1987.

Es en este marco donde hay que situar la evolución de la LTDH y la detención de su ex presidente. Creada en 1977, la Liga ha sabido desempeñar un papel importante en el desarrollo de la sociedad civil, encontrando poco a poco la vía de su independencia y ocupando incluso un espacio al que los partidos de oposición no tenían acceso. Si bien con la llegada de Ben Alí a la presidencia del país las relaciones entre el poder y la Liga se restablecieron después de un duro enfrentamiento con el régimen de Burguiba, las posteriores denuncias de la LTDH de la deriva totalitaria del actual régimen acabaron restaurando el viejo enfrentamiento. Tras múltiples avatares, el conflicto se ha saldado por el momento con la renovación de los dirigentes de la Liga, entre los que Marzuki no ha salido elegido, y con el encarcelamiento de éste, consecuencia de su continuado discurso de oposición contra los excesos del régimen.Gema Martín Muñoz es profesora de Sociología del Mundo Árabe e Islámico en la Universidad Autónoma de Madrid y editora del libro Democracia y derechos humanos en el mundo árabe (Madrid, ICMA, 1993).

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