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Pospuesto un experimento ruidoso para no molestar a las ballenas

Un nuevo método para medir la temperatura de los océanos, con un coste de 35 millones de dólares (unos 4.800 millones de pesetas), ha sido pospuesto indefinidamente indefinido tras las acusaciones de algunos biólogos y de grupos ecologistas de que sus sonidos molestarían a las ballenas y otros mamíferos marinos.

La prueba, promovida por el Instituto Scripps de Oceanografía de La Jolla (Estados Unidos), con la participación de siete países, consiste en enviar sonidos a través del océano Pacífico mediante unos altavoces submarinos al menos una vez al día y durante dos años. La disputa es singular porque enfrenta a dos intereses medioambientales: los que pretenden controlar el calentamiento global de la Tierra y los que defienden las especies en peligro.

"Son medidas básicas para documentar e interpretar el cambio climático a largo plazo", señala James Hansen, director del Instituto Goddard de Estudios Espaciales. "El océano es el mejor lugar para buscar los cambios climáticos, porque cualquier variación ocurre despacio".

La oposición al proyecto se debe a que el altavoz de California estaría en un santuario marino. Algunos ecologistas desconfían del proyecto por la financiación del Pentágono.

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