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Crítica:CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Viena en Madrid

Durante 48 horas Madrid asume la capitalidad musical de Austria, pues en tan breve trecho de tiempo nos visitan la Sinfónica y Filarmónica de viena, dos formaciones excelentes orgullo de Europa. La primera, cuyo actual titular es el español Rafael Frühbeck de Burgos, tocó el sábado por la noche para los abonados de Ibermúsica, conducida por Wolfgang Sawallisch (Múnich, 1923), quien, si no me equivoco, no dirigía en España desde 1969, en su tercer concierto con la Orquesta Nacional, el primero de los cuales lo había ofrecido a finales de 1966.Sawallisch conecta bien con los sinfónicos vieneses, pues fue su maestro estable durante una década (1960-1970). Discípulo y asistente de Markevich en su juventud, el talante de Sawallisch continúa brillantemente la gran tradición de los directores germanos con especial predilección por el repertorio romántico, pero sin dejar de cultivar los autores contemporáneos. Ya entonces programó las excelentes Variaciones-Paganini, de Blacher, y ahora ha incluido las tempranas, pero también magníficas, Variaciones-Haydn, de Hans Erich Apostel, austríaco de origen germano (nació en Karlsruhe en 1901 para morir en 1972) y ligado a partes iguales con el pasado sinfónico centroeuropeo y con la segunda escuela de Viena, ya que estuvo al lado de Schoenberg y Berch.

Ciclo de grandes orquestas

(Ibermúsica/ Tabacalera). Sinfónica de Viena. Director: W. Sawallisch. Obras de Haydn, Apostel y Schumann.Auditorio Nacional. Madrid, 26 de marzo.

La naturaleza de Apostel tiende a lo expresivo y a lo estructural y acusa un saber hacer admirable de lo que dan buena muestra estas Variaciones de 1949 y las escritas, siete años después, sobre temas populares tiroleses y de la Baja Austria. La articulación y desarticulación del material básico, su reconversión en soluciones siempre originales y comunicativas dentro de una cierta sobriedad, la claridad del tejido sonoro y la fidelidad sustancial al compositor elegido como modelo, llegaron a todos y provocaron grandes aplausos a este compositor desconocido para la mayoría. La versión de Sawallisch y los Sinfónicos de Viena fue rigurosa, natural y brillante.

Siempre hizo Sawallisch un Schúmann precioso, hondo, medido y trascendente y, no menos, un Haydn verídico y exacto, desnudos uno y otro, del menor exceso de retórica y explicados de manera transparente. La conjunción de tan singular batuta y una orquesta que lleva como algo natural el peso de su larga historia, nos depararon traducciones modélicas de la Sinfonía en mi bemol (llamada "del redoble del timbal" por alusión a su comienzo) de Haydn y de la Número 4 en re menor, de Schumann.

La gran noticia, en el concierto, era el futuro patrocinio por la Fundación Caja de Madrid de los ciclos de Ibermúsica, con los que su mentor, Alfonso Aijón, ha puesto a Madrid en la gran órbita de la internacionalidad musical. Renuncia la entidad, para ello, a sus ciclos orquestales monográficos una vez que termine el actual dedicado a Bruckner, con lo que da muestras de algo muy necesario entre nosotros: el espíritu de colaboración y la eliminación de compartimentos estancos, cada cual con su firma y su logotipo. El de Caja Madrid -ese oso que parece una hucha o al revés- se une ahora al de Ibermúsica y los melómanos de la capital de Espana salen gananciosos. Actitudes así merecen el reconocimiento de todos.

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